tag:blogger.com,1999:blog-18734765725607255362024-03-13T11:34:38.689+01:00::INVULNERABLE::Invulnerable: (Del lat. invulnerabĭlis) .1. adj. Dícese de aquel que no puede ser herido .2. adj. Dícese de aquel que no resulta afectado por lo que se hace o dice contra él.Unknownnoreply@blogger.comBlogger16125tag:blogger.com,1999:blog-1873476572560725536.post-39843363066159842412010-02-14T00:07:00.000+01:002010-02-14T00:08:09.999+01:00::CAPÍTULO 2 - PARTE 5::<div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Iris perdió los nervios y discutió largamente con Valentín cuando vio el sobre entre sus manos. Valentín le echó en cara haberle mentido de aquella manera tan estúpida y cobarde. Iris le reprochó que no hubiese hecho lo suficiente por Sara cuando estaba viva mientras que desde su muerte se prodigaba en recuerdos llenos de amistad y respeto. Valentín puso el grito en el cielo recordando lo mucho que le había afectado la muerte de Sara. Iris tachó de nuevo a Valentín de oportunista y receloso. Valentín le corrigió rememorando exasperadamente lo mucho que se habían amado desde que estaban juntos gracias a la marcha de Sara. Iris gritó enfurecida que su vida era sólo suya y que podía hacer lo que le pareciese. Valentín le recordó airado que eran ambos y no sólo ella los que vivían un matrimonio en común.</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Iris le dijo que se fuese; inmediatamente y para siempre.</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Tres días después Sasia paseaba lentamente y sin cojear a través de la avenida más céntrica de la ciudad, ausente, culpándose en gran medida de lo sucedido en los últimos nueve años. En aquellos mismos instantes Iris lloraba acurrucada en cama desechando la idea de volver a ver a Valentín, intentando aceptar de una vez por todas la muerte de Sara y esforzándose por pasar página en todos los sentidos. Mientras tanto Valentín perdía el norte y canalizaba su frustración en el interrogatorio de un don nadie que horas más tarde reposaría inconsciente en la habitación de un hospital.</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Por fin todo se estaba yendo a la mierda; de cabeza.</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Para Sasia el valor de las cosas siempre había sido un concepto demasiado subjetivo como para que pudiera ser cuantificado en modo alguno; en ciertas ocasiones, incluso en más de las que él mismo pudiera pensar, también concedía más importancia a los pequeños detalles, objetos o cariños que le transportaban de vuelta a los momentos importantes de su pasado, y nunca, nunca, salvo en etapas de enorme dificultad, pensaría en deshacerse de aquellas pequeñas cosas. Por supuesto siempre había sabido que existen tantas valoraciones como personas hay en el mundo. Y también que muchas veces esos objetos no son tal; sólo son momentos almacenados en la memoria a los que se les suele dar cada día más importancia, llegando peligrosamente incluso a caer en la tentación inconsciente de idealizarlos y exagerarlos, alejándolos cada vez más de la realidad. A veces sí eran pequeños objetos los que le hacían tener presentes dichos momentos: una fotografía, una nota, un colgante, un sobre acolchado o una caja de metal.</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">A la mañana siguiente Iris dejó el trabajo con la intención de no volver nunca y pensando seriamente cambiar de ciudad. Tras una conversación de varias horas con el director de la sucursal, y tras haberle pasado éste al jefe de zona, se llegó al mutuo acuerdo de una excedencia de un año. Durante ese tiempo Iris podría poner en orden sus prioridades o arreglar sus problemas personales sin cerrar ninguna puerta de manera definitiva; que se tomase las cosas con calma y aprovechase para descansar lo máximo posible. Cordial y comprensivo director. Al colgar el teléfono, con los ojos todavía rojos e hinchados de llorar toda la noche, Iris pensó que quizá fuese mejor así. Se iría durante un tiempo; pero regresaría. Y si cuando regresase no pudiese mirar siquiera las paredes que en aquel momento la encerraban volvería a irse; y esa vez para siempre.</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Allí, sentada a los pies de la cama, con el teléfono todavía en sus manos, con la persiana casi cerrada del todo, con las cosas de Valentín todavía entre las suyas, con fotografías de Sara tiradas por el suelo y con su mente completamente invadida de recuerdos suscitados por todo lo que la rodeaba, Iris sólo tenía ganas de acostarse de nuevo y continuar llorando hasta quedarse dormida.</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Lo intentó. Pero no podía dormir; ni siquiera podía cerrar los ojos y mucho menos descansar. Únicamente podía seguir torturándose evocando la felicidad de días pasados siendo completamente consciente de que era aquello mismo lo que la estaba destrozando por dentro.</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Se levantó de la cama pesadamente y comenzó a vestirse para no salir. Subió vacilante la persiana, entreabrió la ventana para refrescar el cargado ambiente de la habitación, hizo la cama a la francesa y fue resuelta a la cocina para calentar un poco de té, fumar un pitillo y meter en bolsas lo antes posible todo lo que fuese de Valentín. Eso le llevó dos largas horas entre varios cigarrillos, un segundo té y acariciar al meloso señor Vulnus mientras descansaba un poco. </div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Despejar su mente hacia este tipo de tareas le había resultado más fácil, mucho más fácil de lo que había supuesto en un principio. La clave era encontrar un sistema de organización lo suficientemente complicado y eficiente como para destinar cada objeto para su lugar correspondiente a la hora de ser enterrado; de este modo no tendría apenas tiempo para pensar en nada más que no fuese recoger y olvidar. La mayor parte de las cosas de Sara estaban guardadas desde hacía años en la parte de arriba del mueble de la habitación, por lo que simplemente adjudicó una bolsa a mayores para almacenar todo aquello que seguía haciendo que la efigie de Sara estuviese innecesariamente presente: algunas fotos, dibujos, pequeños cuadros… tazas, libros, lápices…</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Las cosas de Valentín fueron guardadas directamente en bolsas de basura hasta que se le acabaron. Sin pensarlo dos veces se puso un abrigo y bajó al ultramarinos de la esquina.</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Definitivamente aquello le estaba haciendo más bien que mal, pensaba Iris mientras salía al frío y bullicioso exterior subiendo el cuello del abrigo. A pesar de estar enfrentándose directamente a objetos que en potencia suponían un billete de ida directo al pasado, el hecho de someterlos al encierro suponía un punto y aparte necesario cuando reparadoramente catárquico. Y mientras caminaba deprisa sumida en sus conclusiones, sintiéndose casi libre tras mucho tiempo, sonrió.</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Una hora más tarde el piso había casi perdido la huella de la presencia de su marido y mayor error. La de Sara, por desgracia, tardaría un poco más. Mañana llamaría a un pintor… o mejor incluso: compraría pintura y lavaría la cara de su hogar. Le llevaría tiempo pero había aprendido con Sara…</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Sin apagar el cigarrillo buscó nerviosa en las páginas amarillas el teléfono de un par de pintores; pero la guía estaba encima de unas revistas; y encima de la guía descansaba un sobre acolchado y una pequeña caja de metal.</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Había obviado aquel rincón del salón a la hora de recoger todo lo que no pudiese quedar a la vista; ya fuese de manera inconsciente o sabiendo perfectamente lo que hacía, sus pasos la habían llevado de aquí para allá, de la cocina a la habitación de invitados, del baño al estudio, del salón a la terraza. Por todas partes menos por aquel pequeño rincón.</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Iris escrutó a su alrededor buscando al señor Vulnus. Había té recién hecho en la cocina. Cogió el grueso sobre, la caja, la taza y el gato y se sentó en el sofá del salón acariciando al animal, removiendo el líquido, apartando la caja y mirando directamente hacia el sobre que descansaba ya sobre sus rodillas.</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1873476572560725536.post-47196998477103733052010-01-25T01:23:00.002+01:002010-01-25T01:25:09.295+01:00::CAPÍTULO 2 - PARTE 4::<div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
Al día siguiente la lluvia había convertido la ciudad en un gran atasco. Llovía como casi no se recordaba, y lo hacía con tanta fuerza que más de una alcantarilla había dicho ya basta y no admitía más agua en su local. El transporte público se colapsaba por momentos, los vehículos particulares apenas avanzaban y sólo las bicicletas podían presumir de no llegar demasiado tarde a sus citas.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">A Valentín no le gustaba demasiado conducir, ni andar en bicicleta, ni coger un taxi ni usar paraguas, por lo que con la única ayuda de un abrigo largo algo pasado de moda con el que acabaría calado hasta la médula decidió dirigirse sin más tardanza al cementerio. Y mientras caminaba, oculto entre los paraguas de los viandantes y camuflado entre los cientos de abrigos oscuros y la luz vespertina, no podía dejar de pensar en lo que Iris le había contado el día anterior.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Sasia estaría en la ciudad una semana; no sabía nada sobre la muerte de Sara y al parecer aquel año sería el último para las reuniones en el cementerio: Sasia desaparecería por fin también de sus vidas.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Cinco años dan para mucho, y a pesar del cariño que sentía por Sara se alegraba de poner punto y final a aquella parte de su historia; y más se alegraba por Iris: por fin podrían dedicarse el uno al otro por completo; sin fantasmas; sin recuerdos. Sin Sara. Esperaba que el carácter de su amor cambiase un poco; sin prisas; que volviese a ser un poquito más como antes. Lo sucedido había sido todo un golpe; para todos; y para las esperanzas que ambos tenían depositadas en ella.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">A veces se descubría fantaseando en el trabajo: era invulnerable y podía utilizar su… habilidad (así la llamaba Sara) para hacer de la ciudad un lugar mejor. Dejaría que los rumores se extendiesen por la ciudad, por todos y cada uno de sus rincones: un poli indestructible. Y entonces sonreía; sonreía por lo absurdo de la situación. No se veía siendo invulnerable, pues en realidad ya no sería él mismo; sería otro; y tal vez ese otro se dejaría llevar por caminos no del todo honestos. Es decir; si fuese invulnerable desde los trece años, como Sara, no habría crecido hasta convertirse en el Valentín que era; se habría enfrentado a la vida desde otra perspectiva.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Sin embargo había que reconocer que todo aquello era de locos. Si no lo hubiese visto con sus propios ojos en más de una ocasión habría jurado que la existencia de Sara había sido tan solo una parte de un sueño del todo imposible. ¿Invulnerable? ¿En serio?<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">En todo caso la vida habría de continuar; con o sin Sara. Nuevos días, nuevas frustraciones, nuevas alegrías… El mundo seguía su curso. Tenía cierto miedo de estar exagerando, pero consideraba que la decisión de Sasia e Iris de no volver a verse nunca más había sido la mejor de las decisiones que se podrían haber tomado en el día anterior.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Pero a pesar de todo la más obvia de las cuestiones se convertía poco a poco, y más desde la última visita de Sasia, en una sutil obsesión en su cabeza: Cómo diablos había muerto.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Y por Dios; cómo se estaba empapando.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Decidió acortar por un par de calles menos transitadas que había patrullado años antes. No eran las mejores zonas del barrio en el que estaba, pero confiaba en no tener que asustar con su placa a un par de jóvenes imbéciles rompiendo contenedores de basura o meando en alguna oscura esquina. La verdad es que tenía ganas de coger un café de camino, llegar lo antes posible y quedarse un buen rato sentado frente a la lápida de su amiga. Le daba igual mojarse más, porque era imposible. Se sentaría en el banco de piedra hasta que el frío comenzase a entumecer sus músculos y entonces se retiraría, en principio, para siempre.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Hasta donde sabía, los límites de la invulnerabilidad de Sara eran completamente desconocidos. Él mismo había sido testigo en más de una ocasión de la puesta en práctica de la “habilidad”, y también más de una vez, mientras descansaba en el sofá de su piso años atrás, con un café caliente entre las manos, una película de artes marciales en la televisión y algunos informes policiales que todavía necesitaban un último vistazo antes de ser entregados, comenzaba a discurrir con el objetivo de acertar qué grado de intensidad sería necesario para dañar el cuerpo de Sara. ¿Una bomba nuclear? ¿La bomba del Zar? No se le ocurría nada más devastador.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">En su momento incluso había hablado en innumerables ocasiones con la propia Sara sobre sus límites. ¿Podía ahogarse? ¿Necesitaba respirar?<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Ella le contaba lo que había experimentado y seguía experimentando por tal camino, y sin embargo ni Sara se veía capaz de destacar una situación en concreto a la hora de hablar de sus límites; se dedicaba sencillamente a repasar las medidas que le parecían más desproporcionadas. Sara decía que llegado cierto momento no sabes qué hará más daño: si un tren arrollándote o una caída desde veinte pisos. Que pierdes la perspectiva; que no sabrías asegurar con relativa certeza si la explosión de una bomba lapa aferrada a tu pecho sería más dantesco que verse sepultada bajo innumerables toneladas de escombros.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Pero a Valentín le seguían surgiendo preguntas; más y más.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Sin ser apenas consciente del tiempo que llevaba caminando bajo la lluvia comprobó que había llegado a las puertas del camposanto, por lo que tras una breve visual para orientarse en el vasto espacio dirigió sus pasos hacia el lugar en el que (creía recordar) estaba la tumba de Sara.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Por supuesto no era el lugar más de moda en la ciudad. Tras mirar con dificultad a su alrededor, mientras volvía a subir el cuello del abrigo descubrió para su sorpresa más gente de la que en principio se esperaría bajo aquella lluvia torrencial: a lo lejos se estaba celebrando un pequeño funeral de no más de diez personas con sus paraguas, intentando resguardarse del frío y de la lluvia. El único que se mantenía impasible al tanto que rezaba sus salmos era el cura que presidía la ceremonia. En otra parte un joven y dos ancianos estaban frente a una lápida dejando algunas flores y retirando otras rancias y marchitas. Más allá alguien fumaba un pitillo bajo la escasa protección que brindaba uno de los viejos árboles.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Si aquello fuese un centro comercial juraría que aquel individuo estaba esperando para sisar alguna que otra cartera. ¿En un cementerio? A saber.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Para cuando encontró la lápida y el banco de piedra sus pensamientos volvían a retroceder varios años; retrocedieron hasta el momento en que Sara le salvó la vida por segunda vez; al momento en que entre los dos llegaron al acuerdo tácito de ayudar siempre que se necesitase de su ayuda; al momento en que con el apoyo de Sara logró el tan ansiado ascenso. Recordar aquellos momentos que habían compartido, todos ellos, tanto los buenos como los malos, era la manera que creía más adecuada para presentarle sus respetos.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Y así, sumido en los recuerdos, rodeado por el continuo ruido de la lluvia, acariciado por el fuerte viento y con la mirada clavada en la fría lápida de piedra grabada de la tumba de Sara, no se dio cuenta de que alguien estaba en aquel momento justo detrás de él.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-¿Es usted Valentín? – Sonó a sus espaldas. La pregunta, casi gritada para sobreponerse al continuo ruido provocado por la lluvia, le cogió completamente por sorpresa.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-¿Quién lo pregunta? – Respondió algo tenso mientras dejaba el banco. Era el tipo del árbol; el del pitillo; el que entraría a robar en cualquier tienda en cuanto tuviese la más mínima oportunidad. Largas líneas negras tatuadas asomaban desde lo que se veía del cuello hasta la mejilla; no tendría más de treinta años y su ropa estaba completamente empapada; incluso más que la suya propia; a saber cuanto tiempo llevaba esperando bajo aquel árbol.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-Yo… no soy… - Titubeó al responder. No parecía querer dar demasiados datos personales. – Me han dicho que usted vendría. – Dijo mientras tendía una bolsa de plástico completamente empapada. – Que le diera esto.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Valentín recogió la bolsa con ciertas dudas.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-Puede ver que no he abierto nada. – Continuó gritando el extraño mientras comenzaba a retirarse. – Ni el sobre ni la caja.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Valentín abrió la bolsa y sacó un grueso sobre acolchado y una pequeña caja de metal. Tanto el sobre como la caja estaban cerrados con un pequeño precinto que parecía en perfecto estado. Cuando levantó la vista el individuo estaba caminando a toda prisa alejándose bajo la lluvia.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Valentín intentó escrutar con la mirada todo el cementerio mientras resguardaba la bolsa bajo el calado abrigo, pero estaba sólo. El funeral había acabado sin dejar rastro de los presentes y tampoco encontraba al joven con los dos ancianos. Sería mejor que alcanzase al que le había dado la bolsa y le hiciese un par de preguntas antes de que se quedase con la bolsa y un palmo de narices.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Pero justo cuando se disponía a seguir al individuo otra figura salía a lo lejos de la protección que le daba un árbol. A aquella distancia, lloviendo, con la oscura noche y la poca iluminación del cementerio, lo único que pudo discernir fue cómo una figura dentro de una larga gabardina oscura saltaba ágilmente el muro y desaparecía fuera del cementerio y de su vista.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Alguien se había quedado a comprobar si Valentín recibía un importante sobre y una imprescindible y pequeña caja de metal. El asunto era quién y por qué, y ya era tarde para interrogar al tipo del árbol.<br />
<br />
<br />
</div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1873476572560725536.post-49680551482717516422010-01-14T01:25:00.000+01:002010-01-14T01:25:33.203+01:00::CAPÍTULO 2 - PARTE 3::<div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Los tres sabían que a Sara le resultaban sumamente importantes las opiniones de los que se encontraban en su ambiente cercano; los valores morales, la determinación, las preocupaciones y las conclusiones de aquellos a los que quería y estimaba con todas sus fuerzas. <br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Aquello no tenía que ser necesariamente un defecto si las opiniones y recursos morales de las influencias recibidas se mostrasen equilibradas y tendiesen a compensarse, obligando de tal manera al espíritu crítico de Sara a calibrar las opciones adoptadas y reaccionar en consecuencia; más de una vez una duda, una consulta o una indecisión en concreto obtenía una respuesta con carácter de verdad absoluta cuando los tres estaban de acuerdo en cual debía ser la tarea a cumplir. Pero siendo así… ¿Acaso no era de esperar una respuesta como la que acabó por sobrevenir? ¿No era lógico pensar que Sara estaría mejor sin ellos que con ellos? No eran las opiniones individuales lo que la volvían loca; era el grupo; lo que sentenciaban por separado y la fuerza y la pasión con la que lo hacían.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Debería haber previsto su reacción; y de hecho la había previsto. Pero no tan pronto. Su marcha tenía que suceder casi un año más tarde; entonces estaría preparada. Si hubiese ocurrido del modo… planeado… tal vez… ya no la humanidad, pero sí alguna ciudad podría contar con un restablecedor del orden y la justicia hasta el fin de los días cuya vida no fuese una continua sucesión de tormentos como los que había vivido la pobre Sara.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Justicia. Es un concepto hoy en día demasiado subjetivo. Todos diferenciamos sin demasiados problemas el bien del mal, pero en algún momento de esa diferenciación aparecen nuestros propios intereses y el camino teórico de la justicia tiende a difuminarse. Pero es posible traer de vuelta el concepto; no es tan descabellado pensar o imaginar una sociedad que trabaje por el bien común; en todos los sentidos.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Ideas de loco; de soñador. Más si era sincero consigo mismo no lo creía del todo imposible, y le había concedido innumerables horas a tal pensamiento. Había concluido hace años que eran simplemente las ideas de alguien que podía y quería arrimar el hombro en la complicada misión de mejorar el mundo. No todo el mundo, claro, pero al menos sí algún lugar concreto del mundo.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Las posibilidades eran inmensas y la habilidad de Sara, correctamente dirigida, era sin duda la clave para muchas de las soluciones necesarias en la sociedad. Durante considerables noches había fantaseado con ser él mismo el portador de tal don, pero casi prefería que no hubiese sido así: se conocía demasiado como para pensar que podría no caer en la tentación de imponer su propia justicia, olvidando al poco los nobles objetivos de su primigenia y honorable idea. Lo fastidiaría todo. Pero siendo Sara la portadora él se sentía a salvo: podría enseñarle todo lo que él sabía; podría guiarla como ya antes había hecho en el camino adecuado para que ella misma fuese crítica con la sociedad y sus con sus cánceres; crítica incluso con lo que él le enseñaría. Cuando miraba el rostro de Sara estaba convencido de que ella sería la posibilidad de la humanidad; aunque él la abandonase en algún momento; pues en algún momento tendría que hacerlo.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Si él fuese invulnerable…<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">La simple imagen que su mente proyectaba hacía que le temblasen las rodillas. Enseguida apartó de su cabeza aquellos pensamientos; lo dejaría para más tarde, cuando hubiese de enfrentarse con la verdadera posibilidad.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-En realidad ninguno de nosotros tiene la culpa de su muerte. - Dijo resolutivo. - Sólo somos culpables de que decidiese marcharse. De eso sí.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Iris continuaba con la mirada clavada en el suelo; sus ojos rezumaban pequeñas lágrimas que resbalaban por sus mejillas hasta llegar al cuello de su camisa. Mantenía las manos entrelazadas sobre los muslos, la espalda recta y el cuello inclinado hacia delante.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-Iris; yo…<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Pero no sabía qué decir que no hubiese dicho ya al respecto. Al final se había decidido a echarle en cara lo que todavía dudaba que fuese realmente necesario contar. Podría haber mentido; o en todo caso podría haberse callado. Pero tal vez entonces Iris nunca superaría la muerte de la persona más importante en su vida, y tal como estaban las cosas era mejor que lo aceptase de inmediato.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Aferró con fuerza los objetos que descansaban en los bolsillos de su raída gabardina.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Ensimismado en sus propios pensamientos, Sasia apenas se percató de que Iris se había levantado y se alejaba ya del banco en el que se habían estado sentando desde hacía cinco años para presentarle sus respetos a Sara.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-Iris. – Sasia se levantó. – Tengo algo que Sara querría que tuvieses...<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Aquellas palabras provocaron que Iris se quedase completamente quieta. Lenta y casi imperceptiblemente giró el cuello para escuchar mejor mientras enjugaba las lágrimas de su rostro.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-Desde que se fue… - Continuó Sasia. – estuvo en muchos lugares. Viajó casi dos años visitando países y aprendiendo de ellos lo que tenían a bien en mostrarle. Pero después de cada viaje volvía a la ciudad; sólo un día. Volvía para verme y contarme lo que había visto. Y preguntaba por vosotros.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-Por qué. – En las palabras de Iris no se percibía el mínimo atisbo de pregunta.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-Siempre… siempre se mantuvo en contacto conmigo. Le aconsejé que no se pusiese en contacto con vosotros; así sería más fácil… más fácil para todos.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">De su viejo abrigo sacó un grueso sobre acolchado y una pequeña caja de metal; con gesto cansado acortó la distancia que les separaba y se los tendió a Iris.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-Viejohijodeputa… - susurró sin coger lo que le ofrecía. En su lugar apretó ambos puños y asestó un puñetazo sorprendentemente fuerte en pleno rostro de Sasia, de cuya nariz comenzó a brotar un pequeño hilillo de sangre justo al caer al suelo. Tras levantarse de nuevo con dificultad y recomponerse, con la nariz todavía sangrante volvió a ofrecerle a Iris el sobre y la caja.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-Llévatelo; a casa. Léelo con calma. Y cuando termines deberás abrir la caja; no antes, por favor. Yo estaré en la ciudad una semana; donde siempre; por si me necesitas. Y después me iré; lejos. No volveréis a verme jamás, y dudo que me echéis de menos.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Sasia lo había dicho casi de carrerilla; como si lo tuviese memorizado desde meses atrás pero hubiese omitido ciertas partes justo en el último momento. En cuanto Iris recogió los objetos entre sus manos, los pasos de Sasia comenzaron a llevarlo fuera del camposanto, entre las hojas movidas por el viento y el leve ulular de los árboles.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Sin más, se fue.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-Viejohijodeputa… - volvió a susurrar mientras las lágrimas brotaban esta vez sin control.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Se sentía tan… tan traicionada, tan vejada, tan humillada… Sasia había estado viendo a Sara durante los dos últimos años de su vida; habría hablado con ella; habría paseado; habría discutido; la habría aconsejado; habría sabido cuales eran sus preocupaciones y temores, sus deseos y sus esperanzas. Y en todo ese tiempo no había recibido noticias de ella. Un simple “estoy bien” habría valido; una carta, una nota, un mensaje… cualquier detalle por pequeño que fuese habría sido una tabla de salvación para ella. Pero prefirió seguir el consejo de Sasia.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Dejó caer el sobre y tiró la caja con aires cansados; se volvió y dirigió sus pasos hacia la salida del cementerio. Ya no quería saber nada. Absolutamente nada. Por primera vez en cinco años Sara comenzaba a estar completamente muerta para ella.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1873476572560725536.post-25842665050815066152010-01-12T10:50:00.002+01:002010-01-12T10:51:15.815+01:00::CAPÍTULO 2 - PARTE 2::<div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-Me alegro de verte; aún dadas las circunstancias.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-Y yo estoy sorprendida.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Ambos continuaron camino lentamente a lo largo del cementerio, dirigiendo sus vagos pasos hacia la lápida bajo la cual descansaba para siempre el cuerpo de Sara; los restos de la querida y atormentada Sara que tanto añoraban.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Aquella reunión… y la sensación vacua y fría que provocaba en su interior al comprobarse de nuevo al lado del causante de los males de Sara era cada año más insoportable. Y de nuevo Iris, como siempre, prometió que aquel sería el último. ¿De qué servía intentar buscar respuestas a preguntas que nadie parecía entender? ¿Cómo llegar a comprender que alguien como Sara estaba muerta, fuera de sus vidas, para siempre?<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Notó la mano del anciano posada con ternura sobre su hombro; y con un leve gesto la apartó.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">La mañana continuaba igual de fresca y una ligera brisa comenzaba a levantarse, pero Iris sólo sentía desazón por no haber estado preparada para el encuentro. Sasia la había abordado esta vez justo en la entrada de los terrenos de la Iglesia, a diferencia de otros años, y la había cogido totalmente por sorpresa. Todavía tardó un par de minutos en recomponer su mente y regresar a la realidad del presente, de un presente sin Sara y con Sasia.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Sin Sara…<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">De repente notó cómo las lágrimas comenzaban tímidamente a brotar de entre sus párpados semiabiertos. En pocos segundos no podría mantenerse en pié y poco más tarde perdería la poca calma que todavía era capaz de mostrar. Tenía que serenarse; mantenerse firme.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Tras años sin saber nada de ella, un día como otro cualquiera Sasia llamó por teléfono. Su voz sonaba apurada y entrecortada, y apenas unas palabras salieron de entre los labios de viejo vagabundo: “Está muerta, Iris; Sara está muerta”<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-Te sorprende que siga vivo. – Consideró Sasia. – Pero no debería extrañarte. Debería haber muerto hace muchos años, cierto; debería haber muerto casi antes de haberos conocido. Pero entonces me encontré con ella y…<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-Sasia; por favor. – Cortó Iris tristemente cansada. - No me importa por qué crees que sigues vivo ni cuando creas que vas a morir. <br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-Por supuesto. - Sasia miró apesadumbrado hacia sus vacilantes pasos. – Has venido a lo que has venido.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-Exacto: a presentar mis respetos a la persona que más quise en este mundo y a escuchar lo que tengas que contarme sobre ella.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-¿Lo sabe Valentín? – Añadió. - Que Sara sigue siendo más importante.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Iris frenó en seco sus pasos y lanzó una aviesa mirada hacia la torva sonrisa de Sasia.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-Lo único que aquí importa es lo que tú sabes.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Sasia seguía siendo toda una incógnita para ambos; tras tanto tiempo con ellos, desde la desaparición de Sara pareció perder interés en todo lo que no fuese única y exclusivamente la propia Sara, por lo que su relación con Iris y Valentín fue perdiendo tanto familiaridad como cercanía. Poco a poco dejaron de verse tanto como antes; poco a poco dejaron incluso de llamarse; y al año apenas había contacto alguno. De hecho no estaba ni siquiera segura de que Sasia hubiese pasado aquel tiempo en la misma ciudad que ella.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Por supuesto la cercanía de Valentín fue un punto clave no sólo para intentar superar de la mejor forma posible la desaparición de su eterno amor, sino también para pasar página en todo lo relacionado con ella; y eso incluía de manera poderosa al anciano que simulaba una cojera que estaba casi segura no tenía. Desde sus contactos y amistades, Valentín intentó infructuosamente descubrir algo, lo que fuese, del pasado de Sasia: quién era en realidad, dónde había nacido, dónde y con quién se había criado, quienes eran sus padres, si tenía hermanos o no, si tenía algún familiar por lejano que fuese… movió más hilos e intentó conocer los datos más aparentemente irrelevantes de su vida: si tenía cuenta corriente, seguro médico, propiedades, rentas, deudas… incluso llegó a conseguir poner un par de hombres en las calles durante un par de meses con el único objetivo de preguntar por la ciudad y alrededores sobre el viejo: qué lugares frecuentaba, dónde comía, dónde cenaba, quien era el dueño de la pensión en la que dormía, a quién visitaba, con quién hablaba…<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Tras la búsqueda se encontraron en la misma situación que al principio: no sabían nada realmente trascendente sobre Sasia; nada… revelador. Era un ciudadano más, como cualquier otro, con un par de multas de hace décadas y una vida bastante nómada.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-Será mejor que te sientes.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Las palabras de Sasia casi resbalaron desde sus labios e Iris apenas tuvo tiempo para pensar; se sentó al poco en el banco de piedra desde el cual podía apreciarse a escasos metros la tumba de Sara.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Sin embargo, si algo sabía de Sasia era su patente consideración como un analítico animal de costumbres; no solía dejar nada al azar, no solía cambiar lo previamente planeado y sobre todo no solía acalorarse o dejar que los nervios revelasen su verdadero estado de ánimo.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Lo poco que Iris podía leer en su rostro, aún siendo prácticamente insondable, no era precisamente calma o sosiego.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Y entonces se dio cuenta; se dio cuenta de que no la había esperado sentado en el banco sino que había incluso salido del cementerio para encontrarse en su camino y recorrer juntos la distancia que les separaba de su objetivo por aquel día. Y para ello tenía que existir una razón.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Sasia sabía algo; y ojalá fuese la causa de la muerte de Sara. Comenzaba a cobrar sentido intentar buscar respuestas a preguntas que nadie parecía entender; empezaba a esperar comprender que alguien como Sara estuviese muerta, fuera de sus vidas, para siempre. Iris había sufrido muchísimo la pérdida, y aún a pesar del inmenso dolor que había experimentado y el que podría llegar a soportar, quería… deseaba… necesitaba saber qué había sucedido, quien lo había hecho y sobre todo de qué modo le había sido arrebatada la vida a su eterna y amada Sara. No podía evitar desear conocer el destino que había vivido su amor por mucho que volviese a arriesgarse a sufrir lo indecible.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-Sasia. – Comenzó a decir Iris mientras masajeaba lentamente las sienes. – Como ya supones Valentín no vendrá; y esta vez no pondremos ningún tipo de excusa estúpida.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-No le culpo; me odia. – escupió. – Pero han pasado ya cinco años desde la muerte de Sara, y esté presente Valentín o no, hay ciertas cosas que no deben permanecer encerradas; al menos no durante más tiempo.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Mientras hablaba no dejaba de mirar la lápida. Sus manos se movían nerviosas a ambos lados del cuerpo, en los bolsillos, como jugando con algo. Sus pies, distraídos, cambiaban el peso del cuerpo de un lado a otro. Así que al final aquel viejo vagabundo sabía algo. La espera se haría interminable, pero siempre era mejor no precipitar la situación si se quería acabar escuchando lo que Sasia tenía que contar.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Iris se conformó con apretar los puños, también en los bolsillos, y esperar pacientemente que continuase.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-Ella te quería mucho; muchísimo. – prosiguió. - Tanto que incluso dudo que sepas realmente cuanto. Lo habría dado todo por ti, a pesar de que su cuerpo no era capaz de sentir todo lo que podías ofrecerle y a pesar de que eras tú misma la que de manera más cruel la hacía sentir diferente y apartada. – Sus ojos se desviaron brevemente buscando los de Iris, tal vez para comprobar qué reacción podía esperar de ella tras aquellas duras palabras. – Si tanto la querías… ¿Por qué día tras día la instabas a compartir su don con los demás? ¿Por qué la presionabais tanto? <br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-¿Pero cómo te atrev...<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-¡Me atrevo! – cortó de inmediato. - ¡Claro que me atrevo! ¿Por qué crees que opté por equilibrar la balanza? ¿Por qué crees que me veía obligado día tras día a recordarle que su habilidad era sólo suya? ¿Sabes acaso cuanto llegué a sufrir con ello? ¡Su voluntad era ya lo suficientemente pura como para llegar a las mismas conclusiones que vosotros de manera más pausada dada su enorme responsabilidad! ¿Acaso no puedes llegar a imaginar el peso que soportaba sobre sus hombros? La teníais sometida a demasiada presión… Valentín con su moral social extrema; tú con la obsesión del por qué y del cómo… - de repente bajó sensiblemente el tono de sus palabras. - Y encima se os ocurre la brillante idea de regalarle una suerte de disfraz de payaso… - terminó por murmurar.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-¡Sólo era una broma! – Tartamudeó. Iris no salía de su asombro y apenas podía pronunciar palabra. – para… para quitarle hierro al asunto; para hacerla reir… para que lo viese todo como…<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-Valiente estupidez. – Volvió a cortar.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-¡Pero bueno! – Iris no pudo evitar levantarse del banco y dirigir una amenazadora mirada hacia Sasia. - ¿Has venido hasta aquí para culparme de la muerte de Sara? ¿Pero qué derecho crees que tienes…<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-Mírame a los ojos y dime que no tengo razón. - Sasia se había levantado hasta situarse frente a Iris y la agarró con fuerza por los brazos. – Dímelo; dime que no pudiste haber hecho algo más por ella; por su situación. Dime que no pudiste haberla hecho un poco más feliz limitándote a quererla sin juzgarla.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Aquellas palabras cayeron como un jarro de agua fría sobre la desconcertada y enmudecida Iris. <br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-Lo siento, pero tenía que decírtelo.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Sasia volvió a sentarse en el banco con la intención de dar a Iris el suficiente tiempo para pensar y asimilar lo que acababa de escuchar. Sabía que habían sido muy duras palabras pero consideraba que dadas las circunstancias su reacción no había podido ser más comedida, pues en realidad, a sus ojos, habían sido Iris y Valentín los detonadores de una situación que se había esforzado enormemente en equilibrar.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Aunque, en realidad, también él había fracasado, pues no había sido capaz de restaurar el ánimo de la pobre y dulce Sara.<br />
</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1873476572560725536.post-76815959298381904592009-12-20T17:36:00.004+01:002009-12-21T00:35:46.283+01:00:.CAPÍTULO 2 - PARTE 1::<div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-¿Estás bien? ¿Quién era? – Dijo en tono cauto Valentín mientras se quitaba el uniforme. Iris acababa de colgar el teléfono de la mesilla y volvía a dejar caer su cuerpo cansado en la cama al tiempo que se llevaba las manos a la cara con un gesto abatido.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Siendo tal día como aquel, a horas tan tempranas, y a pesar de la obligada pregunta, Valentín sospechaba… conocía perfectamente la respuesta. Había llamado Sasia; como el año pasado y como los cinco anteriores. Como cada vez desde que habían conocido la noticia de la muerte de Sara.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-Era Sasia. – Respondió Iris al fin. – Quiere quedar con nosotros en el cementerio...<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-Entonces hoy es el día… <br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-¿Lo habías olvidado?<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-No… - se apresuró a responder. – Simplemente… Ya sabes: todavía me cuesta aceptarlo. Se fue de nuestras vidas hace ocho años, pero todavía… todavía…<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-Lo se. – Iris abrió la ropa de la cama invitando a Valentín a entrar. – Todavía crees que aparecerá por la puerta en cualquier momento.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-¿Qué crees que diría?<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-¿De lo nuestro? – Respondió Iris. Valentín ya estaba en cama con ella, como cada noche de los últimos treinta y siete meses, y también como siempre la abrazó con infinito amor y cariño. – Siempre me preguntas lo mismo. Creo que siempre supo… que tú y yo podríamos… que nos complementaríamos, de algún modo.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-Yo creo que siempre supo que me gustabas. Y después supo que te quería. Por mucho que intentase quedarme lejos de ti o por mucho que me esforzase en disimular lo que sentía creo que… o bien no supe ocultar mis deseos o…<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-Déjalo… - Susurró iris mientras separaba lentamente su cuerpo de su marido. – Diría que siguiésemos con lo nuestro como si ella no estuviese, que es precisamente lo que tenemos que hacer. ¿Vendrás?<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-No.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">La apresurada y casi entrecortada respuesta de Valentín se repetía año tras año. Culpaba a Sasia de la marcha de Sara y por supuesto de su muerte. Todavía no podía entenderlo: la había visto avanzar impasible ante miríadas de proyectiles que chocaban contra su aparentemente frágil cuerpo; había comprobado cómo la contundente caída desde una altura de más de cuarenta pisos no fracturaba todos los huesos de su evidentemente inquebrantable físico; había presenciado de qué manera su piel no se rasgaba lo más mínimo ante la imponente y violenta fuerza de una barra de acero golpeándola en pleno rostro. ¿Cómo podía haber muerto?<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Todavía se sentía incapaz de admitirlo.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-¿Sabe Sasia cómo…<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-No. – Cortó Iris al instante. - O al menos eso dice. – Decidió levantarse definitivamente de cama. - Asegura que no tiene ni idea de cómo murió. ¿Vendrás esta vez?<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-Sabes que no puedo… - Valentín observó vestirse a Iris mientras se quedaba inerte sobre la cama y terminaba por clavar la vista en el techo. – No se qué haría si volviese a verlo. Iré mañana por la noche.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-Como quieras. Pero el que Sara decidiese marcharse no fue culpa suya, y hasta donde se tampoco su muerte. Sólo fue culpa de la propia Sara.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Incluso sus propias palabras le resultaban extrañas. Ni ella se las creía.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Abrió la ventana de la habitación y el frío de la mañana inundó la estancia moviendo las largas cortinas y despertando sus sentidos.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Todos los años mantenían una conversación similar, y también como todos los años acabarían discutiendo y durmiendo en camas separadas al menos un par de días, hasta que ambos admitiesen que era absurdo discutir; que había cosas que era imposible cambiar; que Sara se había ido para siempre. En cierto modo ninguno de los dos admitía que no prefiriesen el destino que compartían; sospechaban incluso que en parte la desaparición de Sara había sucedido en un momento en que su relación se estaba estancando, el amor de Valentín crecía día tras día y la presión de Sasia disminuía, cada vez más, diluida entre la obsesión de Sara y sus propias indecisiones.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Valentín se levantó de nuevo y la abrazó; acercó su mejilla a la mejilla de Iris y apretó con tanto ardor como suavidad su esbelta figura mientras susurraba a su oído palabras de perdón. Ambos sentían la fría brisa que envolvía sus cuerpos aquella mañana despejada.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">No hicieron falta palabras. Iris besó a su esposo con dulzura, terminó de vestirse y salió de casa con la intención de llegar al cementerio no demasiado pronto.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Prefería que Sasia estuviese allí antes de que ella llegase. Eso le daría tiempo para prepararse mentalmente; tiempo para afrontar una conversación con aquel que había supuesto el punto de inflexión en su vida y en la vida de Sara. Si ya estuviese allí Sasia ella no lloraría: se centraría en la conversación y en las palabras que brotarían de sus labios. Intentaría llevar los recuerdos hacia lugares en los que no sufriese demasiado.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Y por otro lado casi prefería que Valentín no la acompañase. A pesar de que el cementerio estaba considerablemente lejos siempre salía con el suficiente tiempo para ir andando, y pensar en compartir ese lapso con Valentín era algo que con seguridad no podría soportar. Sara y ella habían compartido tantas cosas durante tanto tiempo… que se veía en la obligación de reservar aquel largo paseo para recordarla y volver a vivir las memorias de su vida pasada.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Mientras caminaba ausente atravesando el parque volvía a recordar cómo se habían conocido, cómo comenzaron a quererse y cómo desapareció de su vida; cómo descubrieron su habilidad (Sara siempre la llamaba “habilidad”) y cómo se preocupó por el cambio de actitud de Sara; se acordó de cómo habló con Dora y de cómo Sara volvió a ser sólo en parte como antes era; recordó su primer beso y su primera noche de pasión; su primera cena y su primer abrazo. Volvió a vivir el momento en que decidieron pasar juntas el resto de sus vidas y sobre todo recordó los innumerables días de felicidad.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Pero también, como siempre, volvieron los malos momentos; la obsesión de Sara por su invulnerabilidad, la violencia inhibida que explotaba poderosamente en los rincones más oscuros de las calles y de manera completamente injustificada; las palabras de Sasia instando a Sara a permanecer hierática ante la injusticia y la presión de Valentín reclamando su ayuda ante la crueldad inherente al ser humano. Y luego estaba ella: Iris. ¿Habría acabado siendo algún tipo de influencia?<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Tras atravesar el parque siempre intentaba despejar su cabeza unos instantes; sorbía un poco del café ya tibio, se detenía al lado de la última higuera y proseguía su camino hacia el camposanto. <br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">El día que Sara decidió marcharse aparecía siempre entre tinieblas, medio difuminado por las lágrimas que habían brotado imparables de sus ojos, medio diluido por el dolor que sintió durante días, semanas, meses, años… y por el dolor que todavía sentía. Por eso no lo recordaba tan bien como habría querido. De hecho le encantaría volver a vivirlo, volver a padecerlo, volver a sufrirlo… Porque significaría que sólo un momento antes Sara había estado en aquel salón; que todavía podría intentar convencer a Sasia de que le dijese dónde encontrarla; incluso significaría que podría despertarse un poco antes por cualquier azar y encontrarla todavía en casa. Podría incluso convencerla de que no se marchase; y tal vez lo conseguiría. Significaría que esta vez lo habría intentado todo; que habría hecho todo lo que no se había atrevido a hacer en el pasado... Significaría que habría suplicado que no se marchase.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Aquel día, el día que Sara se marchó, una parte de Iris se fue con ella; la parte más importante, en realidad, pues nunca había vuelto a sentir por nadie lo mismo que había sentido por ella.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Recordó mientras rodeaba la verja del cementerio cómo se había dado cuenta de que no sólo Sara no estaba en casa aquella mañana, sino de que no regresaría. Recordó cómo tardó en aceptarlo; cómo desayunó sola esperando escuchar el ruido de las llaves de Sara entrando en la cerradura; cómo se levantó, salió de casa y avisó a Valentín; cómo salieron a buscarla; cómo encontraron a Sasia en su pensión de la zona industrial y cómo había fingido sorpresa cuando le dieron la noticia.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-¿Iris? – Escuchar su nombre la había devuelto de manera brusca al presente, y sólo acertó a responder lenta y fríamente con otro nombre.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">-Sasia.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1873476572560725536.post-74505849036384871952009-12-18T11:36:00.003+01:002009-12-20T17:33:54.418+01:00::CAPÍTULO 1 - PARTE 10::<div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">No dijo nada ni siquiera cuando salió por la puerta.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Imagino que piensa que ya he tomado una decisión, que ya se qué hacer con mi vida; pero está completamente equivocado. En el gimnasio tengo fama de tenaz; en el edificio tengo fama de borde; en el barrio de problemática, en la cafetería de amable, en la escuela de comprensiva, en el bar de habitual, en la biblioteca de rara, en la facultad de rara, en el mercado de intransigente, ante la ofensa de violenta, frente a la autoridad de recelosa, en la religión de agnóstica, en la política de resentida, en la cama de insensible, en la filosofía de escéptica…<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Siendo como soy o como creo considerarme, con todos los problemas, preocupaciones, dudas y prejuicios que ostento… ¿Con qué cara puedo decirle a la gente lo que debe o no debe hacer? ¿Con qué derecho debo inmiscuirme en el natural devenir de los acontecimientos? ¿Con qué base puedo considerarme protectora de los desamparados?<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">No soy una justiciera, por si lo piensa alguien; ni siquiera… ni siquiera creo ser la figura que cualquier otro quisiera ser.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Alba era una señora muy muy mayor cuando murió. Vivía en el tercero Izquierda y de algún modo sospecho que el señor Vulnus era suyo. En todo caso siempre fue una señorita muy amable y cortés, y cuando se enteraba (quién sabe cómo) de que Iris o Valentín estaban enfermos, insistía en prepararnos un consomé y comidas varias para fortalecer el cuerpo y sanar pronto (palabras textuales). Nuestra relación nunca fue más allá, pero a cambio, cuando la veíamos esforzada subiendo la escasa compra semanal intentábamos echarle una mano; y cuando los demás vecinos le achacaban demencia senil o hablaban mal de ella en nuestra presencia no les quedaban ganas de volver a hacerlo.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Insisto en que nuestra relación con ella nunca fue más allá; y de hecho nunca tuvimos conocimiento de que estuviese tan enferma. Hasta que murió.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">En el tercero viven ahora unos jóvenes que están ocupando la casa; desconozco si alguno de ellos era familiar de Alba o si ocuparon la vivienda. A veces hacen asambleas en las que pretenden encontrar el modo de solucionar los problemas del mundo entre buenas ideas y voces subidas de tono. Sasia fue de vez en cuando a alguna de esas reuniones simplemente a escuchar; imagino que en ocasiones tiene cierto interés por comprobar si es posible escuchar algo nuevo y diferente, pero siempre se encuentra con lo mismo.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Sin embargo, aunque Sasia no está de acuerdo con las ideas de estos jóvenes, sí le llamó poderosamente la atención la cantidad de energía que desplazan (que “gastan inútilmente”, según él) hacia proyectos o ideas o intervenciones destinadas a mejorar la sociedad; intervenciones en las que aparecen fundamentalmente las palabras “ayuda” y “compartir”: Consideran con vehemencia que si alguien desarrolla un don o perfecciona un conocimiento debe hacerlo extensible a los demás.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Esta debe ser la premisa que más veces he escuchado desde que tengo cierto conocimiento del mundo que me rodea. Es precisamente esta la opción más “políticamente correcta”, la que todo el mundo proclama; la que se da por hecho que sucede en todas las ocasiones, pero la que muy pocos demandan y consuman desde la verdad y la sinceridad.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Ellos sí lo hacen: se esfuerzan tremendamente en ayudar a la sociedad a recuperar valores en su mayoría perdidos. Por lo que me contó Sasia no tienen mucho que hacer frente al sistema social establecido, pero no pierden la ilusión de cambiar las cosas; aunque sea de manera individual; aunque sea a un nivel ínfimo.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">No hace mucho, en la parada del autobús que me deja cerca de casa y que sale desde la zona industrial, asistí finalmente perpleja a una conversación mantenida por dos… adolescentes (no pasaban de los veintipocos) sentados en la parte de atrás. En la charla hacían mención a alguien en particular que había hecho nosequé a nosequién en el centro comercial; una especie de paliza abusiva y sobre todo (aunque no únicamente) de palabra, pero además tocaban muchos y muy reveladores temas relacionados con quien tiene derecho a qué con quién en cuanto a insultar, pegar, vejar, mandar, obligar… desde su propia perspectiva de la vida.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">En otras conversaciones de veintimuchos la cosa no cambia demasiado; y con gente de más edad (treinta y pocos) la cosa cambia ligeramente: les gustaría imponer sus gustos, consideraciones, opiniones e ideas a golpe de fuerza; en su mayoría.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Los más adultos se cargarían a tres cuartas partes de la sociedad (sobre todo a los jóvenes), harían una tábula rasa y punto. En general.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Por lo que acabé concluyendo de lo que escuché en aquella ocasión y en muchas más, a los jóvenes les encantaría ser indestructibles, invulnerables, inmunes, y muchos de ellos se lo creen de verdad. Si alguien es maleducado con ellos les gustaría darles una lección y dejar claras las cosas. Me interesan sobre todo aquellos que dejarían con vida a los imbéciles, sobre todo para darles la opción a recapacitar y cambiar.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">La verdad es que es tentador.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Mucho.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Valentín dejó hace un mes un par de números de teléfono sobre el mueble de la entrada, y pocos días después fue Iris la que sacó de nuevo el tema: al parecer habían decidido que era preciso que alguien me ayudase a comprender qué sucedía exactamente con mi cuerpo; con mi invulnerabilidad; con mi… tara. Al principio apenas quise sopesar que ambos detalles estuviesen relacionados, pero al parecer tanto Valentín como Iris han llegado a la conclusión de que debo ponerme en manos de alguien que pueda ayudarme a entender.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Una semana después fueron de nuevo ambos, esta vez juntos, quienes insistieron en hacerme ver la acuciante necesidad de confiar mi secreto a alguien más; alguien que pueda atisbar que sucede a nivel microscópico con mi habilidad. Y lo único que han conseguido de momento es hacerme sentir incómoda cada vez que estoy con cualquiera de los dos, bien juntos o por separado; la ansiedad que experimento… el miedo a que el tema salga de nuevo a la palestra hace que siempre que pueda me busque una excusa, la que sea, para estar sola en cualquier otro lugar. Cualquier cosa antes que verme obligada a responder a sus preguntas; a sus inquietudes. Y esta presión hace que me sienta cada vez peor. No entienden que llevo demasiados años enfrentándome a lo desconocido y estoy cansada: prefiero aceptarlo, aún con reservas, y olvidarlo en la medida de lo posible.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Entiendo su preocupación, por supuesto, puesto incluso afirman sin equivocarse que de un tiempo a esta parte mi carácter ha cambiado; y no para mejor. Yo se que no soy feliz, y ellos sólo lo sospechan. Opinan que tal vez si dejo que me ayuden pueda volver a ser la de antes. Lo se. Pero… a sabiendas de la razón que ambos tienen no puedo evitar intentar deshacerme de la molestia que implica enfrentarme al problema.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Dos semanas después eran diarias las discusiones que teníamos, y desde hace ocho días no dormimos juntas. Me duele, claro, pero se que Iris me echa de menos mucho más que yo a ella. Al fin y al cabo nunca he sentido los abrazos que me regalaba al caer la noche ni los besos con los que me obsequiaba al empezar un nuevo día.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Hoy hemos vuelto a discutir, y cuando Iris me insultó no me sentí en absoluto invulnerable; al menos no tanto como para no notar su frustración y mi vergüenza. Sentí dolor.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Falta apenas una hora para que salga el sol y duerme todo lo plácidamente que puede tras nuestra fuerte y última discusión. Al parecer ya no soporta mis constantes dudas, mis titubeos, mis vacilaciones, mi dependencia, al cabo, de lo que puedan pensar los que están cercanos a mí. Si no puedo tomar mis propias decisiones sin que Valentín o Sasia estén presentes acabaré pidiéndoles consejo sobre si mi relación con ella es viable en mi vida; si me sigo moviendo por impulsos sin un camino al menos mínimamente trazado tal vez ella sea simplemente otro impulso más. Que si no soy feliz con mi vida debo cambiarla cueste lo que cueste; aún a pesar de ella.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Que para ser una persona que no sabe nada acerca del dolor soy capaz de dañar a los demás con demasiada facilidad.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">No creáis que no respondí; que no le hice ver, como tantas otras veces, que no había lugar para la determinación en mi vida; que si no dejo que aquellos que más quiero me aconsejen no seré capaz de afrontar con mínimas garantías las consecuencias de mis actos; que debo estar totalmente segura de cual ha de ser el paso a tomar porque no existe ninguna guía para asimilar con garantías lo que cargo en vida y debo estar preparada para llegar al límite; al que me enfrente: Porque sea el que sea será posiblemente un paso definitivo sin segunda oportunidad, y eso le cambia el carácter a cualquiera.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Algunas cosas quedarán en el camino y otras podré llevarlas conmigo. Pero todo será distinto; para bien o para mal.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">No seré la misma de antes ni seguramente querré serlo.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Intento evitarlo, pero siempre que pienso en todas las personas a las que he matado sólo quiero acurrucarme en alguna esquina. Deseo tanto sentir un abrazo que sólo puedo sollozar desconsolada mientras pienso y me veo incapaz de entender cómo me es posible quitarle la vida a alguien; no entiendo qué ha sucedido para que me convierta en una asesina… en una escoria… en un deshecho extraño.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Bien pensado… cada vez que golpeo a alguien siento como si pudiese dar rienda suelta a la soledad que padezco, al dolor de alma que soporto, a la ira y a la desolación; al pesimismo y al desamparo que me envuelven. Cada vez que eso sucede muere alguien, y cada vez que alguien muere vuelvo a sentirme igual de mal. Nadie, ni la peor de las personas sobre la faz de la tierra, tiene la culpa de lo que me sucede, de lo que soy o de lo que seré. No tienen porqué pagar un precio que no han marcado por crueles que sean ni puedo cambiar por mucho que quiera lo que el ser humano es en realidad: un ser mucho más abyecto y oscuro de lo que yo soy.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">A pesar de mis palabras no creo que exista otro camino, pero tampoco quiero que mi vida se convierta en una mala película de acción, amor y venganza. Sólo quiero una vida normal. Como la de todo el mundo.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">En parte es por Iris por quien estoy escribiendo esto. Porque hoy tiene que cambiar mi vida y porque la suya también va a cambiar.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">A pesar de que Sasia se opuso desde el principio y radicalmente a la participación de mi habilidad en el transcurrir de los acontecimientos que pertenecen a otras personas, tengo que admitir que cada vez aprecio menos apremio y tensión por su parte; menos énfasis en sus palabras, como si ni él mismo creyese lo que dice. Bien puede ser que sea yo misma la que quiera ver lo que creo ver, pero estoy… casi convencida de ello.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Acaba de amanecer.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Lo siento, Iris; lo siento muchísimo; de verdad.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Pero tengo el traje que me regalaste… y no necesito nada más.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1873476572560725536.post-10211362872614805212009-12-16T11:17:00.003+01:002009-12-20T17:34:01.953+01:00::CAPÍTULO 1 - PARTE 9::<div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
En los últimos años me ha dado por comprar libros y cómics en los que aparezcan personajes invulnerables; que posean una inmunidad física lo más parecida posible a mi invulnerabilidad. Y he encontrado un poco de todo. La mayoría de los personajes poseen más de una habilidad, ninguno se dedica simplemente a “existir” sin intervenir en esta o aquella situación, y nunca (o casi nunca) son representados los inconvenientes cotidianos de sus… poderes. En cuanto a los orígenes, o más bien, en cuanto al momento de su estreno como héroe o villano (no ya cómo consiguieron sus habilidades, sino cómo decidieron tomar partido por un bando u otro) suele suceder una situación límite que los… obliga, en cierto modo, a actuar.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Ninguno es neutral, al menos de entre los que tengo conocimiento. Ninguno se dedica simplemente a convivir de manera ausente con respecto a sus poderes en la sociedad.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Qué debo hacer…<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">El traje es azul oscuro, casi negro. A ambos lados, en brazos y piernas, tiene… ¿Recordáis la película “Juego con la muerte”? Valentín la ha visto docenas de veces; en ella Bruce Lee lleva un traje amarillo con unas líneas negras que resbalan por los laterales. Es muy parecido, pero en lugar de amarillo es casi negro y las rayas son rojas; y es todavía un poco más ajustado…vaya; creedme. Al parecer lo diseñó Iris con la ayuda de Valentín y lo encargaron a medida; imagino que parte de las caricias a las que me sometió Iris durante los meses previos al cumpleaños fueron (en parte) destinadas a comprobar de la manera más fidedigna posible la medida de mi atlético cuerpo. Unas botas altas y recias del mismo color y unos guantes del mismo estilo se encargan de aportar un poco de seriedad… (me… me parece increíble estar usando esta palabra)… al conjunto. La cabeza queda recubierta enseñando únicamente parte del maxilar inferior, labios y mejillas. El cabello largo habrá de ser tensado y recogido en una coleta que sale por una abertura situada en la parte trasera de la máscara. A mayores, una suerte de abrigo muy largo y con capucha amplia cubre casi todo lo descrito.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Me lo probé casi un año después de que iris me lo regalara. Dos minutos más tarde estaba en la basura, y tras dos horas de indecisión terminó en la lavadora.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Suena a chiste; a chiste malo.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Sasia no quiere ni oír hablar del asunto; hace como que el tema no ha surgido cuando le pregunto su opinión al respecto y mantiene inalterable el tipo de conversación que solemos tener a menudo. Y lo más curioso es que no esperaba menos de él.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">A veces me descubro paseando por la calle (por esta o por aquella, no importa) haciendo todo lo que la gente no se atreve a hacer en este barrio. Actuar de este modo me ha enseñado muchas cosas, y una de ellas es que en verdad “perro ladrador poco mordedor”: Si los indeseables ven decisión y autodeterminación en tu mirada serán ellos quienes la aparten. Pero es peligroso hasta cierto punto: es mejor no hacerlos caer en el ridículo delante de sus vasallos, pues buscarán la forma de restaurar su poder. Esto lo he aprendido a fuerza de experimentación, y más de una vez algún jefecillo de tres al cuarto se vio en la tesitura de restituir su mandato y/o imagen y reputación tras una breve reunión improvisada conmigo. Más de una vez y con distintos capullos.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Si alguien insulta gratuitamente a otro en mi presencia; si soy testigo de una falta de respecto y educación flagrante; si veo a indefensos asolados por gilipollas sin sentimientos… me pongo de los nervios; no puedo evitarlo. Y ahí está Sasia, para tranquilizarme y guiar hábilmente mi dura mirada hacia otro lugar.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Cierto día fue Valentín quien me acompañó hasta el gimnasio aprovechando su semana libre; casi siempre que Valentín está conmigo significa que en realidad desearía estar con Iris, pero él más que otros es capaz de resignarse y reservar lo máximo posible sus sentimientos para no interferir en las vidas de los demás; sobre todo si esos demás son sus mejores amigos. Sería la pareja perfecta para Iris, creo; incluso yo, bajo su influencia, me siento mejor persona. Aquel día que vino conmigo hasta la puerta del gimnasio presenciamos antes de llegar una estampa habitual por descortés y humillante: unos adolescentes estaban riéndose de una joven y cortándole el paso simplemente por diversión; valientes cobardes. <br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Valentín les llamó la atención desde la otra acera simplemente para calcular qué impresión tendrían aquellos chavales ante alguien adulto. Ni caso, como era de esperar: recibió como única respuesta un desagradable (y en verdad gracioso) gesto obsceno que provocó que mis labios exhibieran sutilmente una ligera sonrisa. No me entendáis mal: a pesar de estar molestando a la chica sólo eran unos críos; y me reí del gesto de uno de ellos, no de la situación. El asunto estaba solucionado exactamente un minuto después.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Insisto: no sé por qué no podemos llevarnos todos un poco mejor.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Cuando estaba en cuarto curso de Bellas Artes teníamos un profesor que parecía disfrutar subyugando a los alumnos que no lograban alcanzar los conceptos básicos. E incluso a aquellos que sí los alcanzaban pero no eran capaces de crear algo lo suficientemente serio como para poder salir ya al mercado artístico. “¡Sólo un uno por cien de los que os licenciéis llegaréis a vivir del arte!”, bramaba, “¡Y sólo os licenciáis un setenta y dos por ciento de los que os matriculáis. Yo soy un filtro; uno más; y mi objetivo: decir adiós a los no válidos cueste lo que cueste!”<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">¿Acaso son las únicas herramientas de un maestro el insulto y la degradación? ¿Cómo tratará a su propio hijo? A su mujer; a su madre. A un desconocido.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Adivinadlo: de manera sorprendentemente cortés, educada y respetuosa. De hecho fue una de las mejores personas que conocí en la universidad. Su actitud era su armadura, y sus palabras la forma de incentivar a sus queridos alumnos. Le costaba horrores mantener ese antifaz frente a los jóvenes aprendices, pero había llegado a una conclusión debido a su experiencia: para él era la mejor manera de inculcar respeto por el arte porque así lo había aprendido. <br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">A través del miedo se consigue habitualmente más que por medio de otros valores o circunstancias; la gente responde a la intimidación por regla general de modo sumiso y afónico. Estas reacciones suponen un crecimiento del poder (y del ego) que posee la persona que intimida a su semejante. Por otra parte, las razones primigenias que llevan al ser humano a utilizar el miedo como herramienta (dejando de lado el hecho de que es una herramienta de control muy efectiva) suelen derivar de determinados traumas infantiles; si se ha crecido con el modo de vida del miedo es muy probable que éste sea el ejemplo a seguir en la vida. Por supuesto no siempre es así, pero la mayoría de las veces amedrentamos a otros porque ha funcionado previamente con nosotros mismos.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">En el colegio no soportaba a los abusones; a aquellos chicos y chicas más mayores que habían olvidado demasiado pronto que ellos también habían sido pequeños. Y a pesar de que años más tarde mi vida fue ocupada por otro tipo de preocupaciones últimamente no dejo de darle vueltas al asunto; ya sabéis; lo de siempre: si debo permitirlo o no.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Y entonces me acuerdo de Iván: el matón del recreo. Recuerdo cómo defendí a Iris de sus insultos y empujones; de cómo me puse delante de ella sin decir palabra; de cómo comenzó a tomarla conmigo en uno de los recodos del patio; de cómo me empujó y me levanté; de cómo me volvió a empujar y de cómo me volví a levantar; de cómo me abofeteó y empujó hasta que mi cabeza golpeó la esquina del banco.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">De cómo volví a levantarme; de cómo se sorprendió. Pero sobre todo de cómo lloraba de impotencia mientras me pegaba una y otra vez sin poder hacerme daño y de cómo sus amigos comenzaban a reírse de él hasta que apareció uno de los profesores y terminó por separarnos.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">No hace mucho Sasia se dejó ver por casa; Iris no estaba en aquellos momentos y aproveché para regalarle un nuevo libro. Bueno; casi: un cómic. Más bien varios.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Los abrió tácito y ojeó por encima las ilustraciones; pasó de un cómic a otro durante unos diez o quince minutos sin decir absolutamente nada, simplemente bebiendo a pequeños tragos y a intervalos regulares el caldo que tenía preparado para él.<br />
</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1873476572560725536.post-6754582879091907602009-12-13T21:39:00.002+01:002009-12-20T17:34:09.318+01:00::CAPÍTULO 1 - PARTE 8::<div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">En el primer año de universidad, un año antes de la muerte de Dora y nueve después de la muerte de León, Eva y Aquiles, debería haber perdido mi virginidad. ¿Adivináis por qué me fue imposible? Según Iris es un dolor… muy variable; pero un dolor que nunca experimentaré, en todo caso. Como todos los demás.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Puede que no haya sido la comparación más adecuada pero… con esto quiero decir que cuando alguien habla de la invulnerabilidad lo hace siendo poco o nada consciente de todas las implicaciones que pueden verse aparecidas en la vida cotidiana tal y como todos la entendemos. A veces, esperando un autobús o paseando por el parque, escucho hablar a jóvenes de cómics y partidas de rol; aluden a la invulnerabilidad de este o aquel, quienes la aprovechan para hacer el bien o el mal, pero no piensan en los inconvenientes. Lo entiendo, como ya dije, y entiendo el valor intangible de la palabra en ciertos contextos; pero deberían verme: una superheroína virtualmente invulnerable que todavía es virgen, que no usa su don para repartir justicia ni para quitarla… y obsesionada por encontrar el modo de perder su… habilidad.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">También he pensado en ello. Si no hubiese sido invulnerable habría llevado una vida normal, como la de todo el mundo, con sus experiencias, sus anhelos a veces frustrados, sus pequeñas o grandes victorias… podría incluso quejarme de lo “normal” que sería mi vida; de las miradas curiosas hacia las lesbianas (podría incluso ofenderme en otras circunstancias), del trabajo que no me gusta, de lo caro que está todo, de la muerte de mis padres y mi hermano… seguramente iría al psicólogo (tal vez al psiquiatra) para hablar con alguien de lo anodina que sería mi vida.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Hoy por hoy preferiría todo eso. Porque en el fondo ninguna vida es normal; todas han tenido una evolución interesante y curiosa; todas acumulan determinadas experiencias que otras no poseen y viceversa; todas han extraído conocimientos de su discurrir… Pero una vida hoy considerada normal, lo es en sentido peyorativo: sólo los extremos (“tiene mucho dinero ¡Qué vida lleva! ¡No es normal!” o “es un aventurero: se fue a la otra punta del planeta con la única compañía de su trompeta y su tarjeta de crédito ¡No es normal!”, como mil ejemplos más) son considerados como no normales. El deseo de riqueza es lo que nos hace desear no ser corrientes, considerando que la normalidad es aburrida. Es falso; pero me importa una mierda lo que siga pensando la gente. Yo sí que no soy normal: para mí el trabajo es un modo de evadirme de mi realidad cotidiana y supone un respiro; no me ofende lo que piense la gente extremista ni me preocupa demasiado la muerte de mi familia; no me interesa quien gobierne el mundo. Porque no tengo un solo momento libre para ocuparme de esas vicisitudes.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Podría ser feliz pero como veis no lo soy.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Tal vez porque tenga que hacer algo con mi vida.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Otro de los momentos que me dan que pensar es aquel en el que me dirijo hacia el pequeño baúl de nuestra habitación. Esto sólo lo hago cuando Iris está en el trabajo, Valentín de patrulla y Sasia cojeando a lo largo y ancho de la ciudad. Dentro del baúl está el regalo de cumpleaños con el que Iris me sorprendió hace dos inviernos.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">¿Os hablé ya del señor Vulnus? Aquel mismo año el regalo de Sasia había sido un gato, el cual justo en el momento de salir de la caja de cartón perforada cogió las de Villadiego velozmente por la terraza hacia los tejados de la zona.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Como digo, el caso es que a veces, cuando estoy sola, abro el baúl y saco una caja de tela que guarda el regalo de Iris. Me enfadé… me enfadé mucho, tal vez más de la cuenta con ella, pero ni era el momento apropiado para aquel tipo de bromas ni, por supuesto, era el detalle más adecuado. A Sasia tampoco le gustó; se limitó a terminar su bebida, levantarse exagerando todavía más de lo habitual su cojera y salir por la puerta sin hacer el más mínimo ruido. Yo quedé estupefacta cuando abrí el regalo, y ni siquiera lo llegué a desempaquetar del todo. No os creáis: tardé casi medio minuto en darme cuenta de lo que era.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Un traje.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Un disfraz.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Fue lo más humillante que me sucedió nunca, y tardé en perdonar a Iris. Pero a día de hoy debo admitir dos cosas: la primera es que no merece la pena perder el tiempo en enfados con la gente que quieres y te quiere por algo que fue hecho con la mejor de las intenciónes y el peor de los sentidos del humor y la segunda… la segunda es que no se si ponérmelo… de nuevo.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Veamos: ya se que no fueron muchos los años bajo las íntegras enseñanzas de mis padres; y además fueron los años de mi niñez, cuando más importante es jugar y descubrir cosas nuevas cada día; si para ello debía tener cuidado con las figuras de cristal del mueble de salón por seguro lo tendría; si para poder jugar más tiempo debía compartir mis juguetes con otras niñas lo hacía y listo. Con Dora las situaciones y sus enseñanzas obtuvieron una respuesta más consciente por mi parte; ya sabía de qué hablaba pues comenzaba a conocer el fondo del ser humano. Aquellas dos influencias fueron apoyadas años más tarde por el caballero de blanca armadura llamado Valentín, e Iris también supuso una influencia en tal sentido. El único que contradice lo que me han enseñado es Sasia; y la verdad es que no lo hace nada mal.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">En este mundo hay gente especialmente predispuesta para determinadas actividades; solemos decir que tienen un don; los mejores de ellos son considerados genios: artistas, científicos, matemáticos, filósofos… todos ellos han usado sus habilidades (obviando otros intereses menos éticos) para compartir el conocimiento con el resto de la raza humana; otros para ayudarnos en nuestra evolución. Parece que todo el mundo que recibe una habilidad debe (“así es, así debe ser y así será”) posponer cualquier necesidad o deseo individual en pro del conjunto. Pero no todos los genios lo han hecho; no todo el que ha recibido un don lo ha utilizado para el bien o para el mal; algunos genios anónimos simplemente han vivido su vida, aislados del concepto “global”.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Esta cuestión es la que me da más dolor de cabeza (es un decir): mi “habilidad” no la he cultivado; no me ha supuesto ningún esfuerzo ni conseguirla ni mejorarla. Ha transcurrido su evolución de manera… natural, podríamos decir. Y si yo no lo he querido ¿Por qué debo dejar mi vida de lado y dedicarla a salvaguardar el orden? ¿La justicia? ¿La ética?<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">No soy la más indicada para imponer orden ni impartir justicia ni dar ejemplo de ética; en ese sentido soy como la mayoría: tengo vicios que cultivo a menudo, tentaciones en las que caigo de vez en cuando y una ética que deja bastante que desear. Por supuesto se lo que está bien y lo que está mal, y de hecho en ocasiones reacciono según esa estimación entre lo bueno y lo malo; pero es mi estimación, y con ella y con mis actos estoy cambiando el devenir natural de la especie humana; vale: a niveles ínfimos, pero lo estoy cambiando. Y no se si quiero hacerlo.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">La gente a la que he dado muerte: ¿Acaso no podrían cambiar? ¿No es posible que en un futuro más lejano o más cercano se convirtiesen en referentes en algún campo? ¿En modelos a seguir? ¿Cómo he cambiado las cosas con mis intervenciones?<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Dora me enseñó a compartir; Eva me enseñó a distinguir el bien del mal; León me enseñó a disfrutar; Iris me enseñó a amar; incluso Aquiles me enseñó la ternura; Valentín me enseñó el valor; y Sasia me enseñó que todo lo anterior debe tener su contrapunto…<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Su contrario; su Némesis.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">La imagen de la balanza se ha utilizado desde tiempos de los egipcios para definir o representar los conceptos de justicia y derecho. En mi propia balanza, por un lado, aparecen Dora, Eva. León, Aquiles, Valentín, Iris y pocos más. En el otro lado están Sasia y la mayoría del resto del mundo.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">La mayoría del resto del mundo… ¿Os dais cuenta?<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Cada vez más a menudo me cabrea la violencia a la que nos estamos acostumbrando; seguramente no es mayor que hace unos siglos (vale; somos algunos millones más de habitantes. Me refiero en comparación), pero últimamente está allí donde observemos. Si en aquel entonces vivíamos en algún país de Europa y había masacres en cualquier otro lugar esa información llegaba (si lo hacía) años después; no afectaba a la vida diaria como lo hace en los tiempos que corren.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1873476572560725536.post-23306405236650571862009-12-12T08:26:00.005+01:002009-12-20T17:34:20.633+01:00::CAPÍTULO 1 - PARTE 7::<div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Pero repito que fue gracias a Sasia, en el fondo, por lo que Valentín está vivo, aunque no lo sepa ni lo vaya a saber jamás. Me abalancé como una fiera contra ellos consciente de que nada habría de sucederme.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Al primero le rompí el cráneo con una barra de acero de las obras; el segundo corrió con la misma suerte; el fornido tercero logró con enorme rapidez frenarme con una presa que inutilizaba por completo la parte superior de mi cuerpo; el cuarto recibió tal patada en los testículos que cayó de rodillas perplejo y gimoteando con desarticulados gritos sordos de dolor; creo que incluso vi salir sangre por su boca. El quinto golpeó mi cara con saña una y mil veces mientras el sexto se desquitó con la barra que yo había soltado golpeando violentamente mis rodillas; por lo menos se habían olvidado del pobre novato.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Hasta ese punto todo fue indescriptiblemente rápido, pero una vez que te encuentras completamente inmovilizada la percepción del tiempo cambia ligeramente y comienzas a ser consciente de tu nueva realidad de un modo más profundo; más racional.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Estúpida; completamente estúpida. Podría haber logrado el objetivo de alejar el centro de atención de Valentín de mil maneras distintas en lugar de lanzarme como una zorrita caliente y sedienta de sangre al meollo del asunto.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">A partir de entonces para mí, como digo, todo sucedió despacio.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Sasia rompió con furia el mango de su bastón sobre el cráneo del quinto, y con la navaja que descansaba en el cinturón del tercero asestó una profunda y mortal puñalada en el pecho del sexto. Séptimo, octavo, noveno y undécimo reaccionaron sacando varias armas de fuego y dispararon enloquecidos al bulto, pero Sasia se había desplazado hábilmente hacia la espalda del desdichado tercero. Fuimos este último y yo quienes recibimos la descarga. La navaja del tercero voló sobre mi hombro y terminó introduciéndose en la cuenca del ojo izquierdo del noveno antes incluso de que el gigantón tercero se desplomase. Recibiendo de manera continuada los disparos y con Sasia protegido detrás de unas vigas llegué inexpugnable hasta séptimo y octavo.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">En ocasiones como aquella siempre acabo pensando en Iris; en su tierna mirada; en sus dulces labios; en sus delicadas palabras; en su tersa figura. Y cada vez me convenzo a mí misma de que no debo seguir con ella; de que no soy lo suficientemente buena para ella. Pero… ¿Qué puede pensar una persona que sólo es capaz de proporcionar placer y que nunca podrá recibirlo? Me gusta hacerla sentir más allá, etérea, proyectada, levitada en el placer que te regala la simple presencia de aquella que amas; pero sobre todo querría mantenerla lejos del mundo en el que poco a poco me estoy introduciendo.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Hoy, cuando escribo estas palabras, entiendo mejor que nunca que lo nuestro no durará mucho más. Gracias al cielo que Valentín podrá consolarla y hacer menos dura la pena.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Desde hace poco menos de dos años acudo regularmente a un pequeño gimnasio a media hora de casa; los paseos que realizo Martes y Viernes a las doce de la noche terminan en sesiones de entrenamiento intensivo que me ayudan a desarrollar una mejor coordinación entre mis músculos y mi mente, y siempre le pido al profesor de boxeo que me exija más y más; en el ring ya tengo fama de saber encajar los golpes. Pero si quiero que mi cuerpo obedezca a mi cabeza cuando ésta tome el control, y que en otras ocasiones sea el cuerpo el que reaccione de manera instintiva debo entrenar, entrenar y entrenar. En el gimnasio no aprendo boxeo: Sólo coordinación.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Es con Sasia con quien aprendí a pelear; sobre todo… me enseñó a pelear de un modo algo sucio; bastante… rastrero, en realidad; poco honorable, si quieres: Pisotones para desestabilizar al oponente, patadas a las espinillas, a la ingle, golpes en la garganta, cabezazos, y su famosa llave de nariz: es increíble lo frágiles que son las fosas nasales y el dolor que (dicen) se siente; puedes manejar al más fuerte y agresivo de tus rivales si logras introducir índice y corazón en su nariz; se convertirá en un amansado corderillo.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">En realidad no es gran cosa lo que se de peleas (aunque he estado en unas cuantas), y aunque podríais pensar que no necesito defenderme (¿De qué debería hacerlo?), la lección que me dio Sasia la noche que salvamos a Valentín fue que no pueden herirme; pero sí retenerme.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Desde que nos hicimos amigos de Valentín (es increíble lo que puede llegar a unir un secreto como el mío en las manos adecuadas) le he ayudado en un par de ocasiones; todas ellas relacionadas con borrachos violentos, atracos a mano armada… y siempre sin que nadie más que Valentín, Iris y Sasia sepan que intervengo. Digamos que estoy violando ostensiblemente todas las indicaciones que Sasia tiene a bien en ofrecerme. Pero cuanto más pienso en ello tengo más claro que es lo que debo hacer.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">En ocasiones extremas me quedo casi sin respiración; y lo que está más que claro es que “necesito” respirar; necesito oxigenar las células de mi cuerpo para no morir; necesito que la hemoglobina transporte el oxígeno a través de las arterias… creo. Sólo hubo una vez en la que me atreví a experimentar mis límites en ese campo sin quererlo; sin haberlo pensado siquiera. Fue en la fundición; el mismo día que probé su calor.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Sinceramente estoy completamente perdida; no puedo llegar a comprender por qué me sucede lo que me sucede; me veo incapaz de entender… ya no el por qué, sino el cómo. Y el hecho de que Iris se siga mostrando tan insistente estos últimos días seguramente acabe por inclinar la balanza en su favor: tal vez deba ponerme en manos de algún… ¿Médico? No estoy segura. Por supuesto no podrán tomarme muestras de sangre, y aunque me puedan hacer muchas otras pruebas, aunque sea posible que la medicina consiga ofrecerme alguna respuesta… ¿A quién puedo acudir? <br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">¿A quien acudiríais vosotros? ¿Qué haríais?<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Cuando Sasia y yo acabamos con los pobres desgraciados que habían pensado que podían hacer lo que les viniese en gana llevamos inmediatamente a Valentín a urgencias; o al menos decidimos hacerlo. Prudentemente a un lado, dejé que Sasia se encargase de llevar al pobre chico al hospital más cercano en el mismo coche de policía abandonado en la mitad de la calzada. Al día siguiente me contó cómo se había desarrollado todo y me dijo que me quedase tranquila: la historia que había elaborado para la policía no hablaba en absoluto de una chica inmune a todos los males y que podía recibir impactos de bala con la misma tranquilidad como quien fuma un pitillo. Además: el pobre muchacho no podría hacer declaraciones hasta pasado un tiempo.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Realmente no se nada de él. ¿Quién es Sasia? Por lo que cuenta ha viajado mucho más de lo que yo lo haría en varias vidas; sabe pelear con tanta dureza y destreza como sucios son sus golpes y nunca pareció asombrarle demasiado mi habilidad. Aunque veo el buen fondo oculto bajo unas maneras a veces un tanto crueles o amorales, su historia… su verdadera historia ha de ser por fuerza intrigante y sobre todo reveladora; la historia del verdadero Sasia.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">No lo sabíamos, pero el caso es que Valentín estaba consciente cuando Séptimo, octavo, noveno y undécimo disparaban enloquecidos; nunca estuvo del todo seguro de lo que vio hasta que meses más tarde yo misma se lo confirmé no sólo con palabras, pero lo último que recuerda (y cito sus propias palabras) fue ver a “un demonio con forma de mujer que no retrocedía ante las balas”. Algo poético de más para mi gusto; y aunque tampoco sepa esto Valentín, siempre saboreé la descripción que hizo de la primera vez que nuestros caminos se cruzaron.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Y en cuanto a Sasia… fue él quien me encontró a mí.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">El banco en el que trabaja Iris fue atracado varias veces; sólo una desde que ella trabaja allí. Era muy temprano y apenas había clientes, pero aquel día un viejo vagabundo se encontraba en el interior de la oficina. Para cuando supe lo que había sucedido Iris ya estaba en casa acompañada por un par de agentes de policía. Se abrazó a mí con una mezcla de intensidad y alivio mientras me explicaban lo sucedido: el atracador había sido reducido por un anciano indigente salvando así la situación del peligro de pérdidas humanas. Al parecer desde la alcaldía se estaba estudiando ofrecerle una insignia al mérito y una recompensa por su labor… ¿Cómo la habían llamado? Si; labor social. El mismo Sasia apareció tras los agentes interesándose por el estado de Iris antes de acompañarlos a comisaría. Nuestras miradas se cruzaron y tras un brevísimo instante de sorpresa esbozó una ligera sonrisa.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Sasia. Nunca dejará de sorprenderme. Muchas veces le he preguntado por qué; por qué actuó en una situación en la que tantas veces me ha aconsejado no intervenir; por qué rompió de aquella manera sus pilares morales; por qué arriesgo su integridad física de aquella manera. Nunca le dieron la insignia, y como única recompensa recibió una tarjeta que le permitía descansar en los albergues cinco días más de lo estipulado por ley, tarjeta que rompió nada más terminar el sencillo acto público organizado para tal ocasión. El banco se limitó a darle las gracias por su desinteresada colaboración.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">A la semana siguiente llamó a nuestro timbre y le invitamos a entrar; Iris todavía estaba de baja, por lo que ambas pudimos disfrutar de su compañía y hacerle ver nuestra gratitud. No quería nada: ni bonos de pernocta del excelentísimo ayuntamiento, ni dinero del banco, ni favores de nadie ni comida; llevaba años arreglándoselas sólo muy bien y no tenían que cambiar las cosas por lo sucedido. Sólo quería conocernos un poco mejor.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Imagino que fue entonces cuando comenzó su particular misión.<br />
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</div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1873476572560725536.post-42892358457700542292009-12-06T16:15:00.004+01:002009-12-20T17:34:27.637+01:00::CAPÍTULO 1 - PARTE 6::<div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">En ocasiones también yo siento miedo, por mucho que podáis pensar que no tengo motivos para ello. ¿Qué es el miedo? En mi caso lo padezco en forma de pesadillas que muchas noches me despiertan empapada en sudor y temblando de manera incontrolable. Iris se despierta asustada, me abraza, me susurra y vuelve a quedarse dormida; pero yo no puedo volver a conciliar el sueño esa noche.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Y también tengo miedo cada vez que pongo a prueba mi habilidad; sigo pensando, como cuando tenía trece años, que tal como vino puede desaparecer, y se perfectamente, como todos sabemos, lo que le ocurre al cuerpo humano cuando se acerca demasiado a la hélice de una avioneta, o cuando mete la mano en una trituradora de carne, o cuando veinte skins drogados hasta las cejas la toman contigo a la salida de algún bar. En cierto modo, si llega a suceder, si llegase a perder mi invulnerabilidad… sería todo un alivio; moviéndome en las cotas en las que me muevo, si mi habilidad desapareciese apenas me daría cuenta de mi propia muerte. Lo que sí me aterraría sería sentir al fin el tacto del viento en mi cuerpo tras saltar de un edificio; o el calor del metal fundido al saltar sobre un horno; eso significaría una consciencia plena de la muerte; y sería realmente horrible.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Comparto mis miedos con Iris, Valentín y Sasia, tal y como ellos hacen conmigo. Suele coincidir una vez al mes en la que los cuatro nos encontramos descansando en nuestro piso tomando por lo general una infusión relajante, un café sólo largo, un café con leche sin azúcar y un vodka solo. Son esos momentos en los que abrimos nuestros corazones y compartimos la totalidad de lo que nos ha sucedido desde la reunión anterior, y creo que a todos nos viene bien; demasiado bien, de hecho. Aunque estoy segura de que ninguno de nosotros es en realidad totalmente sincero; ni con los demás ni con nosotros mismos. Tenemos nuestros secretos, y por mucha amistad que compartamos esos secretos son sólo nuestros, y así queremos, también en secreto, que siga siendo. Algunos son secretos a voces, y otros nunca serán revelados; incluso algunos jamás serán descubiertos. ¿Acaso podríamos seguir siendo la misma persona que somos sin nuestros secretos? Seríamos un poco más libres, pero no seríamos nosotros mismos. El hecho de poseer aunque sea un solo secreto inconfesable nos obliga a desarrollar ciertas facultades o aptitudes encaminadas en el fondo a ocultarlo lo máximo posible a los ojos de los demás; vivimos con cierta tensión, pero esa tensión a la larga nos ayuda en nuestro desarrollo como personas. Y el saber que todos poseemos algún secreto nos hace igualarnos; nos hace parecer más semejantes.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Recién asignado su destino definitivo, a Valentín lo habían encasillado en las patrullas de fin de semana durante seis meses, y obvia decir que los fines de semana no los quería nadie en su departamento; sobre todo en esta zona. Fue precisamente uno de esos fines de semana cuando le salvé la vida.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Sin mi ayuda, ahora mismo habría pasado casi un año bajo tierra, devorado por los gusanos y con una familia llena de gente buena que trabajaría el campo un poco más triste. Sin mi ayuda no se habría enamorado de Iris y no aprovecharía cualquier oportunidad para al menos verla; y sin mi ayuda nunca habría conocido los días que disfruta desde aquella madrugada… no me entendáis mal; no creo que me deba nada; solamente quería enfatizar que en aquella ocasión, por lo que sea, decidí actuar; igual que ayer; sin razón aparente. Quiero pensar que en el fondo acabé interviniendo en ambas ocasiones porque la influencia bondadosa de mis padres, de Dora y de Iris gana terreno día tras día a la libertad moral de Sasia. <br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">En el fondo y a priori a él no parece importarle demasiado que le haga caso o que deje de hacérselo; está seguro de que su participación en esta vida y en mi historia se reduce a equilibrar las cosas; a servir de contrapeso en la balanza para que nada sea irremediablemente irreversible. A veces creo que es la suya una labor autoimpuesta realmente difícil.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">De hecho él no habría salvado a Valentín, y ejerció cierta presión sobre mí para que no me metiese en la paliza que estaba recibiendo. Si; otra paliza; como la de ayer, pero en lugar de tres capullos eran trece.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Todos sentimos cierto reparo frente a la autoridad; la simple imagen de un uniforme (secuelas libidinosas aparte) nos hace pensar en ese pequeño escalón más abajo en el que nos encontramos frente a ellos; bien el adolescente que al cruzarse con un policía agacha la cabeza esperando no confesar a gritos el costo que se fumó la noche anterior, bien el radical que siente hervir la sangre cuando presencia una redada del todo injusta; o incluso el viejecito que aparca donde le sale de las narices alegando pérdida de orientación mal fingida. Debido a nuestros secretos y a nuestras inclinaciones tendemos a reaccionar de un modo u otro ante la autoridad; pero la reacción más habitual es ceder ante las preguntas que nos realicen, devolver el saludo aunque no saludemos nunca a nadie y agachar la cabeza aunque no hayamos hecho nada. Pero depende qué personas en depende qué lugares y depende de a qué horas esa autoridad no tiene ningún valor; y eso fue algo que Valentín, el novato, no pudo preveer.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Estuvo dos meses en el hospital, y desde su regreso al cuerpo tras la baja nunca dejó de pensar en aquella noche. Aquí debemos decir que se llevó todo el mérito, por lo que por mucho que le sigan llamando novato, cada uno de sus colegas están deseando que se les asigne a Valentín como compañero.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">A pesar de que no fue el héroe de aquella velada estoy segura de que no decepcionaría a ninguno. Tampoco fui yo la heroína, dadas las circunstancias y mi potencial, sino Sasia, quien esa noche me dio una enorme lección de humildad. Es una tontería, pero nunca me había parado a pensarlo seriamente: No soy imparable.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Aquella noche le había dado por cojear deprisa: Cuando tras comprar un par de paquetes de tabaco a altas horas de la madrugada en una tasca de la zona industrial y convencer a Sasia de que durmiese en nuestro piso aquella fría noche, en las vías de nueva construcción de cinco manzanas al sur de nuestra calle un coche de policía se encontraba parado en medio de la calzada, con las puertas abiertas y las luces encendidas. Más al fondo, entre las sombras de los edificios a medio empezar de la nueva promoción de viviendas de máximo lujo y desmedido confort, descansaba en el suelo lo que parecía un cuerpo completamente estático.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Sasia me agarró del codo casi con ternura, intentando llevarme en dirección contraria, hacia la que él consideraba que debíamos tomar alegando, mientras hablaba con cierta premura, razones médicas de peso para el inmediato descanso de su maltrecho cuerpo. Pero ya habían sido demasiadas las veces que lo había dejado pasar, y aunque sólo fuese por curiosidad debía acercarme; con toda tranquilidad me solté de la en realidad sorprendentemente fuerte presa a la que me tenía sometida Sasia y me dirigí hacia el coche de policía.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Mis rasgos faciales han sido definidos en más de una ocasión como “duros”, y también más de una vez he tenido que soportar frases como “te voy a romper esa bonita cara tuya de puta”; y después siempre pasa lo mismo; acaban ellos con la cara hecha añicos. Mi cuerpo atlético también ha recibido innumerables halagos como “te voy a partir las putas piernas” o “No me jodas… ¿La cachonda se me pone chula?”<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">¿Qué haría falta para que todos nos llevásemos un poquito mejor? Imagino que es necesaria una combinación demasiado complicada como para que nuestros dirigentes se lo tomen en serio y decidan cambiar las cosas: un poco de miedo, un poco de disciplina, otro poco de saber ponernos en lugar del otro y un poco más de sentido del humor. Muy pocas veces me encuentro con alguien tan bueno como Valentín, y el hecho de que sea complicado encontrar alguien tan humano que ni siquiera le llegue a la suela de los zapatos, alguien que tenga una palabra amable y sincera perpetuamente preparada, alguien que sepa que cuesta tan poco hacer feliz a los demás o alguien que haga de su sonrisa un paraguas y deje que llueva… una vez que topas con uno te cuesta asimilar que no seamos todas y todos como el.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Al parecer intentó razonar con aquellos desalmados; y también al parecer aquellos desalmados pertenecían a algún tipo de mafia local con la bastante influencia en las calles como para creer que podían hacer lo que les viniese en gana sin que existiese ningún tipo de represalia. Con el compañero de Valentín acabaron pronto; era el cuerpo que había adivinado antes entre las sombras. Pero con el pobre novato quisieron divertirse un poco. Para cuando Sasia y yo llegamos hasta dónde se encontraba Valentín, ya tenía tres costillas fracturadas, un brazo roto por diversas partes y numerosas contusiones a lo largo y ancho de su cuerpo; estaba sangrando como un cerdo, el pobre.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Ellos eran trece; yo era invulnerable y me sentía invencible.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1873476572560725536.post-89171148386457672442009-12-05T11:35:00.007+01:002009-12-20T17:34:34.487+01:00::CAPÍTULO 1 - PARTE 5::<div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Iris y yo vivimos en un onceavo; no es un piso muy grande, pero es mucho más que suficiente para nosotras dos. Tenemos una terraza a la que salgo habitualmente a fumar un pitillo o dos al día para evitar que la casa huela demasiado a tabaco (ya es suficiente con el olor que dejan los cigarros de Sasia) y para intentar despejarme. La terraza es otro de esos sitios donde puedo desconectar un poco de todo; me dedico a mirar con calma y sin objetivo concreto alguno el callejón sin salida sobre el que se asoma y la calle principal, de la cual algo se atisba.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">No es un barrio muy seguro, pero de día no suele haber demasiados problemas. Aunque no hay mucha presencia policial (sí algo más que en otras zonas de la ciudad; eso es cierto), todos los que viven por aquí saben a qué atenerse para no meterse en problemas; a saber: evitar miradas directas a cualquier viandante con aspecto extraño, no entrar bajo ningún concepto en cierto tipo de locales, caminar deprisa, a partir de las nueve de la noche preferiblemente haber llegado a casa, acompañar siempre a los pequeños al colegio…<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Leyendo lo que escribo incluso a mi me parece una zona realmente peligrosa… pero no lo es tanto como pudierais pensar.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Pero ayer, alrededor de las tres de la mañana, mientras Iris descansaba plácidamente, salí a fumar uno de esos pitillos. <br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Las palabras valiente y cobarde son bastante curiosas y solemos utilizarlas un poco a la ligera en nuestro día a día, cuando en realidad deberíamos tener en cuenta que somos simples habitantes de una ciudad del primer mundo, una ciudad ordenada y moderna, civilizada (eso dicen), con una rutina en la que muy raras veces nos encontramos en situaciones verdaderamente extremas. Y sólo así, enfrentándonos a una situación límite, podemos saber cual es nuestra verdadera naturaleza. Los conocidos o etiquetados como valientes pueden llegar a derrumbarse relajando sus esfínteres y babeando entre palabras de compasión, y los estigmatizados como cobardes pueden ser capaces de, tal vez sin darse cuenta ni ser completamente conscientes de la situación o todo lo contrario, entrar directamente y con todos los honores en el Valhalla.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Claro; a mi no se me pueden aplicar ninguno de los dos apelativos, pues en el fondo ser cobarde o valiente es actuar en función de las consecuencias que podríamos sufrir: o intervenimos sin importarnos las secuelas o nos quedamos quietos pensando en la salvaguarda de nuestra propia integridad; eso es lo que a mí no me afecta. Si decido intervenir o no sólo depende de lo que libremente escoja; de mi moral; de la ética que mis padres tuvieron a bien en inculcarme en el poco tiempo que tuvieron para hacerlo y en la que Dora me instruyó; la misma de la que Sasia intenta liberarme.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Me tiré de la terraza.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">No sé por qué lo hice, ahora que lo pienso. En cuanto vi a una de las indigentes del barrio arrinconada en la esquina más oscura del callejón que hay bajo mi terraza me hirvió la sangre; Tres figuras le estaban dando una silenciosa paliza.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">¿Alguna vez habéis escuchado el sonido de un cuerpo al caer sobre el pavimento desde una altura de once pisos?<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Me levanté en cuanto me lo permitió la caída, y ninguno de aquellos tres gilipollas estuvo nunca preparado para lo que vieron sus ojos. Sin pensarlo me acerqué al más próximo y le golpee con todas mis fuerzas en la entrepierna; el segundo, absurdamente estupefacto, no había reaccionado todavía.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Por lo general siempre que golpeo a alguien o a algo lo hago con todas las fuerzas que posee mi cuerpo, y eso me ha enseñado que la verdadera fuerza del ser humano está más allá de lo que creemos. Siempre que lanzamos un puñetazo o una patada lo hacemos conscientes de nuestra fuerza y del daño que podemos causar y del daño que podemos recibir; pero como digo hay excepciones: Todos hemos escuchado historias sobre fulana, quien tras ver cómo su hijo era aplastado bajo un coche lo levanta de manera asombrosamente fácil para rescatar a su descendiente; o sobre mengano, quien tras ser sepultado bajo toneladas de escombros incendiados fue capaz de sobrevivir gracias a la asombrosa fuerza que sacó de quien sabe donde. Incluso sobre zutano, aquel que fue aplastado por media tonelada de roca compacta de la que consiguió deshacerse con brazos y piernas.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Por mi parte y en momentos de relajación, soy capaz de pegar con todas mis fuerzas repetidas veces y sin sufrir daño alguno para terminar por destrozar una pared de madera considerablemente gruesa. No es que tenga más fuerza que la media; es sólo que puedo hacer uso de ella al ciento cincuenta por cien. Eso si: tardo un rato largo.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">El segundo recibió tal golpe con el codo en pleno rostro que murió al instante, pero el tercero ya estaba todo lo dispuesto que se podría estar en aquellas circunstancias. Saltó sobre mí intentando clavarme la navaja que había sacado del bolsillo de su cazadora; lo intentó una, dos y hasta diez veces en distintos lugares; el primer objetivo del navajazo había sido el estómago.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Cuando estamos acostadas en cama o en cualquier rincón de la habitación descansando plácidamente tras los únicos instantes en los que Iris me deja fumar en casa, mi cabeza está más confundida que nunca. Intento relajarme, por supuesto, labor en la que he mejorado considerablemente a raíz de los consejos y el apoyo de Sasia, pero cada día que pasa me obsesiono más con la idea de que Iris se merece a alguien mejor.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Las tres siguientes puñaladas después de la tercera perdieron completamente el norte, y fueron más bien golpes lanzados al azar con el objetivo de apartarme, de alejarme; sus ojos querían expresar una mezcla entre sorpresa y terror pero se quedaban en abyecta fascinación, y cuando asestó las últimas cuatro en el costado izquierdo, axila, cara y abdomen, yo ya estaba apretando su cuello con toda la fuerza que mis músculos podían proporcionarme.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Dos inconscientes y dos muertos, pues la indigente a la que habían apaleado murió hoy mismo en el hospital. Era a la que iris llevaba siempre un café caliente antes de ir al trabajo.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">No fue la primera vez que cercené una vida, y muy posiblemente no será la última.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">A Valentín lo conocí en circunstancias similares; es policía (novato, le llaman) y lleva un año en la ciudad. A Iris no le gusta demasiado, pero yo creo que no es mal chico. Vive puerta con puerta con nosotras (esta ciudad es más pequeña de lo que se pudiese pensar) y de vez en cuando nos invita a un buen café importado en su piso; Nació en un pueblecito del sur y le encantan los animales, el café, las películas de Bruce Lee, Sorolla y la navidad. No es la combinación más idónea para una persona, pero me gusta; y creo que somos los únicos amigos que tiene en la ciudad.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Además está locamente enamorado de Iris, por mucho que quiera disimularlo.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Es a Valentín a quien no le gusta Sasia, pues no comparten la misma idea sobre los conceptos de justicia y honor. Sasia dice que esas nociones son tonterías inventadas en la antigüedad para crear adeptos con los que conquistar ciudades y hacer la guerra con el apoyo de Dios y sus falsas doctrinas. Insiste en que siendo herramientas tan políticamente correctas y tan poderosas, suponen el invento más lucrativo de las clases mandatarias, pues utilizándolas en su beneficio muchas muy buenas y desinteresadas personas han perecido engañadas en guerras estúpidas. Y no le falta razón. Pero Valentín defiende la idea de que todo ser humano que pueda ayudar a otro debe hacerlo en busca de un acto ejemplarizante que se extienda como una plaga tras la cual los unos cuidaremos vehementemente de los otros.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">No le entendáis mal; es bastante realista y sabe que eso es imposible, pero hace todo lo que puede por ayudar a los demás. De hecho, si estuviésemos en la edad media llevaría orgulloso una armadura oxidada y quebrada, y estaría dispuesto a salvar de la malvada bruja a la más bella de las princesas; a Iris.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">A veces pienso que yo soy la bruja; el dragón; el sheriff de Nottingham; pues cada vez que me meto en problemas veo claramente lo que haría Valentín; y también lo que haría Sasia. Uno correría presto tras las voces de socorro de cualquier rincón oscuro sin más armas que su buena voluntad y su mejor determinación; se enfrentaría a lo desconocido de manera directa y sin temor; y sobre todo de manera consciente. El otro haría oídos sordos y se preocuparía por su propia vida e integridad, también de manera consciente, aceptando que es en ocasiones el azar el que domina nuestras vidas; tampoco esperaría ayuda de nadie en caso de verse él sometido a las crueldades de la violencia. Intentaría sacarse las castañas del fuego de la mejor manera posible contando únicamente consigo mismo.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">No es que uno sea más valiente que el otro; ni siquiera significan sus opiniones que uno de los dos sea más egoísta ni que piensan como piensan debido a motivos egocéntricos. Ambos son valientes y han vivido situaciones extremas.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">También ambos admiten, en todo caso, haber sentido miedo en más de una ocasión: Sasia cuando creyó encontrarse ante la muerte en el invierno de Siberia sin haber cumplido su misión en esta vida, y Valentín la noche que entró en nuestras vidas; hasta la cocina.<br />
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</div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1873476572560725536.post-41957982236354572182009-12-04T00:41:00.004+01:002009-12-20T17:34:41.151+01:00::CAPÍTULO 1 - PARTE 4::<div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Iris trabaja en un banco, como hacía mi padre. De hecho en la misma entidad. A veces le ruego que pregunte una vez más a los administrativos más rancios si conocían a León, al que casi no recuerdo. Creo que era alto y algo desgarbado, y de carácter apacible y naturaleza alegre. La que imponía algo de orden en casa era mi madre, Eva; ella era la que castigaba y aleccionaba, tanto a mi hermano como a mí, a pesar de la diferencia de edad entre ambos. Con León siempre se podía contar a la hora de jugar con nosotros. No quiero decir que mi madre no disfrutase (o se permitiese disfrutar) con sus hijos, pero era la que llevaba el orden en su interior y lo hacía extensible a todos los demás de la casa.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Murieron cuando yo tenía nueve años; en un accidente de tráfico el uno de enero del año noventa y cinco. Y desde ese día hasta tres o cuatro meses después apenas tengo recuerdos; no se cómo fue el discurrir de los acontecimientos en aquel tiempo. Sólo… desperté del letargo, por decirlo de algún modo, para darme cuenta de que estaba viviendo con Dora.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">La memoria y los recuerdos que guardamos en ella, tanto de manera consciente como inconsciente, son conceptos inherentes a un terreno en verdad mucho más extraño que aquel referido a mi invulnerabilidad: de mi madre guardo la imagen del café sólo largo sin azúcar todos a diario, muy temprano, bastante antes de que todos los demás diésemos la bienvenida a un nuevo día. También conservo los cuidados que me dedicaba cuando caía enferma o las caricias que me ofrecía justo antes de acostarme; y aunque durante varios años y todos los días veía su rostro, en la actualidad sus facciones han ido difuminándose y desapareciendo lentamente de mi memoria. Claro que esto es algo común; algo que nos sucede a todos; pero hay que admitir que esos recuerdos están escondidos en algún lugar. Si en algún momento poseemos el conocimiento sobre algo no deberíamos limitarnos a arriesgarnos a perderlo; deberíamos poder recurrir a él siempre que quisiésemos. En otras ocasiones ni recordamos haber olvidado algo, y son los signos que recibimos de manera espontánea los que se encargan de despertar nuestros recuerdos; recuerdos que, insisto, ni siquiera recordábamos haber perdido. Puede ser un olor, o un sabor… o una sensación, por extraña e inoportuna que sea. A veces son sueños los que nos trasladan a otro tiempo y lugar de una manera tan intensa que casi parece real.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Y eso mismo es lo que me salva. Ni siento ni padezco a nivel físico, pero emocionalmente esos recuerdos son tablas de salvación que me refrescan durante varios días; me cambia el humor, y eso a Iris le gusta. Incluso Sasia parece más relajado.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Hace un par de meses estuvo bastante enfermo, e Iris y yo fuimos las únicas que pudimos ayudarle. Lo llevamos al hospital y estuvimos con él todo el tiempo que nos fue posible y algo más. Tiene algo en los pulmones y los médicos dicen que lo más probable es que el próximo invierno (y a ver qué tal pasa éste) tendrá difícil continuar con nosotros. Cuando le dieron el alta nos lo trajimos a casa hasta que se recuperó y se cansó de nuestra compañía. No lo vimos durante una semana.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Es muy triste; pero al final todo el mundo acaba por irse. Leyes de la naturaleza; estúpida.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Pero no estoy segura de que yo me vaya a ir. <br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Obviamente con el paso de los años he crecido hasta convertirme en la mujer que soy; me he desarrollado y crecido en todos los sentidos. Eso significa que no soy demasiado distinta a todos vosotros. Si nada puede herirme ¿Moriré de vieja? <br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Cuando un cascote de nosecuantas toneladas me cae en la cabeza, o en el pecho, o en una pierna… la sensación es curiosa, y no me refiero a lo que no siento, sino a lo que se me pasa por la cabeza; en qué me pongo a pensar en esos momentos. Como siempre digo, mis músculos son susceptibles de sufrir cierta deformación si se les aplica cierta presión. Ahora bien: llega un momento en que (imagino) no puede comprimirse más masa en el espacio que ocupan huesos, músculos, piel, venas, etc. Y de ahí no pasa; no cede; y no se rompe. Si ese cascote me aplasta contra el suelo, en cierto modo es casi como si yo no estuviese debajo.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">No se bien cómo explicarlo: si golpeas una mesa con la palma de la mano abierta es muy distinto a si la golpeas con la punta de un picahielos, así como es muy distinto recibir un golpe con una pala que con un pico. En gran medida es debido no sólo a la fuerza con la que se reciba o aplique el golpe, sino a la superficie ocupada por el objeto que golpea. Cuanta más fuerza en menos superficie de impacto, más posibilidades hay de que la superficie del objeto golpeado ceda. En cierto modo esto es lo que practican los fakires cuando se tumban en su famosa cama de puntas; en ese caso el peso del fakir (que además no es mucho, habitualmente) se reparte de manera uniforme a lo largo de todas las puntas; imaginad ahora una cama con una sola punta en la que se tumba alguien de repente.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Mi caso es parecido: sólo soy una pieza indestructible en medio de dos trozos enormes de masa más o menos regular; soy muy poca superficie con respecto a la fuerza ejercida; soy la única punta de esa hipotética cama de fakir.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">El suelo se resquebraja del mismo modo que el gigantesco escombro.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">La muerte nos sobreviene (evitando aludir a accidentes fortuitos o enfermedades inhabituales; y aún así) desde el momento en que nuestro cuerpo empieza a ceder al paso del tiempo. Las células que nuevamente y de manera continua se generan son copias de copias, y en cada copia puede haber errores. En mi caso está claro que envejezco, por lo que en principio debo suponer que mi esperanza de vida estará (si lo está) poco más por encima de la media habitual dados los tiempos que corren; pero no estoy en absoluto segura de ello. Si mis células mueren y nacen otras nuevas, asumiendo que cada célula es una copia de la anterior y comprobando que envejezco, es de suponer que moriré. ¿Pero acaso no serán mejores las copias de mis células que las vuestras? Parten desde mejor posición; eso seguro.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Sin embargo moriré, sospecho, y eso es algo que… existiendo la posibilidad de que no suceda (porque existe; la mía es una situación extrema y desconocida), me causa cierta inquietud; es como si no fuese justo. ¿Por qué debo morir si tengo esta asombrosa habilidad? No la entiendo bien, por lo que no puedo asegurar ni una cosa ni la otra; y eso casi es lo peor. En algún lugar escuché una vez que la duda es el peor enemigo del hombre; porque aunque quieras y te atrevas no tienes a qué enfrentarte.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Sasia dice que no soy la única en el mundo; sí soy la que de manera más exagerada posee esta habilidad, pero dice que en algunos de sus viajes ha conocido a otros casi tan resistentes como yo: en Rusia un apacible campesino de las afueras de Novosibirsk es capaz de trabajar sin descanso y sin sentir las inclemencias del frío durante varias jornadas; en Katangjhiri, un pequeño pueblo de la India, un anciano de nombre impronunciable puede descansar durante horas sobre brasas sin sufrir daño alguno; en Perú, un joven agricultor padre de familia es capaz de cargar con unas pocas toneladas durante un breve período de tiempo. No ha conocido a muchos más, pero creo que todo eso lo dice para que no me sienta tan sola.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">En cierto modo el mismo Sasia admite que hace mucho que debería haber muerto, y la última visita al hospital nos lo ha confirmado (de hecho, esas mismas palabras las utilizó el doctor en un par de ocasiones). Es como si nuestro amigo lograse gracias a su fuerza de voluntad vivir un poco más ya que al fin me ha encontrado; como si fuese algún tipo de misión en su vida; como si antes de dejarnos tuviese que darme alguna lección, ayudarme en algo que me sucederá, o simplemente para que yo aprenda al menos un poquito de lo que él ha aprendido durante toda su vida.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">A lo mejor piensa que ha de ser como una especie de guía para que me mantenga de algún modo estable; para que no me deje llevar, ni para bien ni para mal, por la (en realidad) enorme responsabilidad de mi don. Y eso es algo que he estado pensando mucho últimamente y que relaciono con las lecciones de mis padres y mi abuela. Si puedo ayudar de una forma mucho más intensa que los demás… ¿Debería responsabilizarme de la habilidad que me fue dada para ello? Es más… ¿Me fue dada para ello? También podría coger todo lo que quisiese de cualquier lugar y en cualquier momento, pues nadie podría detenerme.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Ayer mismo le quité la vida a una persona.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1873476572560725536.post-7079084883192726252009-12-03T22:28:00.004+01:002009-12-20T17:34:48.031+01:00::CAPÍTULO 1 - PARTE 3::<div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">No quiero entrar en detalles de momento, pero quiero que sepáis que probé de todo; hice tantas normalmente consideradas locuras que perdería mil páginas sólo en describirlas brevemente. Por supuesto mis amistades se resintieron al igual que mi relación con Dora, más era tal la ceguera que me consumía que no veía un cuchillo sobre la mesa, sino una nueva herramienta con la cual probar; no pensaba en la practicidad habitual de un cable de corriente, sino en cómo podía utilizarlo para mis fines.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Y poco a poco fui siendo consciente de que la más alocada de las tentativas que podía realizar sobre mi cuerpo no producía ningún tipo de reacción en él. Entonces se me ocurrieron otras alternativas. Por aquel entonces no me había visto obligada a tirarme todavía desde una altura de veinte pisos, ni había sido arrollada por un tren de mercancías, pero me había quedado bastante claro que nada de mi entorno cercano podía molestarme siquiera.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Lo del atropello había sido distinto, y por decirlo de algún modo… lo que sentí fue un dolor distinto al que cualquiera de vosotros puede sentir; fue un dolor provocado por el miedo; por el terror que supuso el impacto; por las horribles consecuencias que de manera natural provocaría aquel tipo de choque en el ser humano. De hecho perdí el conocimiento. Cuando lo recuperé estaba sobre una camilla, rodeada de gente y varios sanitarios uno de los cuales intentaba inyectarme lo que ahora supongo sería algún tipo de calmante. Achacaron la imposibilidad de que la aguja perforase mi piel al shock sufrido por el impacto, el cual habría provocado una rigidez extrema en los músculos del afectado.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Ni siquiera él mismo se lo creyó: mis músculos estaban tan relajados como al despertar de un largo y reparador sueño. Pero otra característica común a todos nosotros es que queremos creernos lo que nos queremos creer, lo cual se relaciona directamente con el enfrentamiento ante lo desconocido; dar pie a concebir que la aguja se rompía cada vez que intentaban ponérmela porque mi piel era impenetrable por naturaleza sería aceptar que se encuentra uno ante algo que no puede abarcar por lógicamente imposible. Y sinceramente es preferible continuar con nuestra rutina, esconder la cabeza en nuestro apestoso cubil y poner excusas aludiendo al estrés, cansancio y demás, que no nos dejan pensar con claridad. Una horrible alucinación. Debo trabajar menos.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Algunos curiosos lo llamaron milagro. El asunto es que me levanté lentamente y me fui con mi abuela a casa. Fue en ese preciso momento cuando me di cuenta de que no notaba las caricias de Dora.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Tras todos los experimentos de puesta al límite de mi habilidad comencé a pensar en cual sería el nivel en el que me estaba moviendo; me refiero… Vale: la piel es invulnerable aunque el pelo se pueda cortar; ya por entonces mi sistema nervioso parecía haberse tomado unas largas vacaciones. No sentía el calor de los alimentos ni el frío de las bebidas pero, ¿hasta qué punto?<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Finalmente bebí agua hirviendo; litros. Y lo único que conseguí fue pasarme la tarde del sábado yendo y viniendo del baño al garaje, donde me había acomodado en mis ratos libres; en los verdaderamente libres, cuando mi abuela estaba descansando o fuera de casa. Comencé incluso a meter las manos en las brasas de la chimenea, luego los brazos y finalmente casi todo el cuerpo, y no sentía el mínimo atisbo de calor. La temperatura de mi cuerpo, sin embargo, se mantenía extrañamente anclada en aproximadamente treinta y nueve grados hiciese lo que hiciese, lo cual me ha dado mucho que pensar en los últimos años.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">En todo caso poco tardé en encender un buen fuego, desnudarme (ya había chamuscado suficiente ropa) e introducirme dentro del fuego. Dentro. Del todo.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Es una sensación curiosa, y todavía lo hago de vez en cuando. Pensaréis que estoy loca, pero en cierto modo me ayuda a pensar; me siento un poco más segura, por muy absurda que os parezca la frase viniendo de quien viene. El fuego siempre es hipnótico; puedes quedarte mirándolo fijamente horas y horas; y cuanto más frío haga fuera, más cómoda estas frente al fuego. Pero estar dentro… Las llamas te envuelven y lamen tu cuerpo, y si os soy sincera debo deciros que es la impresión más parecida a una caricia que he sentido en años.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Pero hay fuegos y fuegos; tardé varios años en probar el fuego de una fundición.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Nada.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Nada de nada.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Una vez dentro del horno abierto incluso llegué a empaparme de platino fundido y a separar los labios lo máximo posible con el fin de lograr que el metal y las llamas entrasen por mi boca y garganta; era difícil incluso moverse: Aquello ya no era fuego; era el mismísimo infierno. Me costaba respirar, y a pesar de que mi cuerpo no sufrió daño alguno casi perdí la cabeza. Estamos hablando de casi mil setecientos grados y rodeada de metal fundido. Realmente es para volverse completamente loca.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Hoy por hoy (que yo sepa) sólo tres personas conocen mi habilidad: Iris (mi antigua amiga), Valentín (mi mejor amigo) y Sasia.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Sasia es muy peculiar: tiene una edad indeterminada (muy mayor; mucho) y camina o muy despacio o muy rápido haciendo alarde de una (creo que fingida, aunque no se hasta qué punto) pequeña cojera. No se mucho de su vida, o al menos no se si es cierto todo lo que cuenta: las historias de todos sus viajes son algo rocambolescas, aunque no más que sus anécdotas en la propia ciudad; a veces nos cuenta el mismo relato con diferentes nombres y en diferentes lugares. Vive en una pequeña pensión de la zona industrial de la ciudad, pero sólo la utiliza para dormir: el resto del día se dedica a caminar por toda la capital, yendo y viniendo constantemente; haciendo esto y aquello; hablando con este y aquel; y al final del día llama a mi puerta donde Iris y yo lo recibimos con una taza de caldo caliente y un libro nuevo que regalarle.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">¿Cómo lo conocí? Más bien deberíais preguntar cómo supo Sasia de mi existencia.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">El otro día robé algo de dinamita y la hice explotar en una excavación abandonada mientras la apretaba contra mi pecho.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">La semana pasada insulté a un grupo de neonazis borrachos a las tantas de la madrugada mientras quemaba allí mismo el Mein Kampf.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">El mes pasado empapé mis brazos en nitrógeno líquido que me ayudaron a sacar de una clínica veterinaria.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">El año pasado me escondí en una voladura justo antes de la cuenta atrás.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Ya no hay orden ni concierto; doy palos de ciego alternando intensidades sin saber bien cual será el siguiente paso, pero en el fondo abrazo la esperanza de volver a sentir algo.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Iris lo intenta; por dios si lo intenta. Es la mujer que todas y todos desearían tener a su lado y en su cama. Es preciosa, atenta, cariñosa, algo irascible y exagerada. Chocamos en numerosas ocasiones y en muchas de ellas es Sasia el que nos tranquiliza a ambas. Iris quiere que de una vez por todas me ponga en manos de alguien que me pueda ayudar: un médico, un curandero o un Dios; poco le importa quien; el asunto es que ponga punto y final a mi obsesión y decida qué hacer con mi vida de una vez por todas. Y aunque en el fondo se que tiene razón en lo que dice, me veo obligada a continuar mi búsqueda al menos una vez más; sólo una vez más. Y Sasia está de acuerdo conmigo.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Mi piel es suave.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">A lo largo de su vida el ser humano utiliza más ciertas partes de su cuerpo que otras; dependiendo de en qué asuntos desarrolle su vida tanto personal como laboral, pueden acabar formándose callos o endurecimientos en determinados lugares. Si alguien se pasa diez años caminando descalzo por caminos de arenisca y pedruscos las plantas de sus pies se volverán duras como la piedra (obviamente es un decir); si se pasa diez años trabajando en una mina, pongamos por caso, sin guantes, las palmas de sus manos perderán cierto tacto y serán casi tan duras como aquellas plantas de los pies; Si se escribe mucho y frecuentemente es inevitable desarrollar el “callo del estudiante”. Además, independientemente de estas partes de nuestro cuerpo y debido a estos menesteres, las habitualmente más expuestas a las inclemencias del tiempo suelen ser más resistentes al dolor (es muy distinta la molestia de una pequeña aguja clavándosenos en la mano que en la ingle o entre los dedos de los pies) mientras que las menos expuestas suelen ser más sensibles. Aquí insisto: mi piel nunca se ha endurecido porque es inexpugnable; no se ha visto sometida a las inclemencias habituales porque no las ha sufrido; es suave como cuando tenía trece años.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"> <br />
</div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1873476572560725536.post-54683223287578928302009-11-29T12:38:00.005+01:002009-12-20T17:34:54.479+01:00::CAPÍTULO 1 - PARTE 2::<div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Aquello se quedó en una simple anécdota, y creo que sólo Iris se dio cuenta de que mi mano había sido golpeada por la puerta. No dijo nada. Por supuesto todos miraron en nuestra dirección; incluso uno de los dos profesores encargados del orden y buen discurrir de los recreos se acercó hasta nosotras para preguntar si estábamos bien, que nos apartásemos de la puerta para evitar precisamente situaciones de riesgo como aquella y que todavía faltaba media hora para que saliésemos del patio; que jugásemos a algo.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Esa fue la primera vez; más tarde hubo otras y después algunas más; sobre todo desde el momento en que decidí comprobar cuáles eran los límites de mi resistencia anti-natura.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Tal vez no seáis conscientes todavía. Y no penséis que afirmo esto último porque considere que no podríais llegar a comprenderlo; simplemente opino que siendo algo tan inhabitual seguramente no os habéis parado a pensarlo lo suficiente. ¿Y para qué lo haríais? ¿De qué valdría? Si a alguien le llama la atención la palabra invulnerable la busca en el diccionario, la entiende, la asimila y listo; a otra cosa.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Pero yo no puedo pasar a esa “otra cosa”<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Como digo aquel día lo recuerdo bastante bien, sobre todo desde que llegué a casa. El resto del tiempo que había pasado en el colegio después del patio y las últimas clases de la mañana transcurrieron con cierta normalidad dada nuestra edad y nuestras pocas y frágiles ganas de estudiar, por lo que cuando cogí el autobús para comer con mi abuela lo único que tenía en mente era comprobar de algún modo, del que fuese, qué había sucedido. No era la primera vez que la puerta golpeaba la mano de algún alumno, y dado que los niños de mi edad tendíamos a hacer corrillo alrededor de la víctima, todos sabíamos cuales eran los resultados de aquel tipo de golpe. Y mi mano estaba intacta.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Sólo había sentido un leve hormigueo en la mano, muñeca y antebrazo; muy leve; casi como… como si se acariciase dulcemente la zona con una suave pluma mientras los músculos se tensan incluso hasta que palpiten un poquito.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Cuando la abuela Dora me abrió la puerta, me dio un beso y me dijo que la comida ya estaba en la mesa, que me lavase las manos y dejase el abrigo en la entrada, la mochila en la habitación y los guantes en el mueble de la entrada, yo sólo estaba pensando en qué había pasado. Mientras comíamos los deliciosos macarrones con jamón y tomate sólo podía pensar en qué diablos había pasado al tiempo que respondía con monosílabos más o menos acertados a las preguntas de Dora; y mientras la abuela tomaba su habitual vaso de leche caliente manchado de café tras la comida en la sala de estar yo sólo podía pensar en qué había pasado.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Cuando se fue a descansar un rato tras la comida, ya me encontraba totalmente decidida a repetir lo que me había pasado en el colegio.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Pero entendedme: tenía trece años. Y cuando puse mi mano (la misma mano) sobre el marco de la puerta de la entrada del garaje y con la otra así con ímpetu el portón a fin de cerrarlo con desmesurada violencia… entonces, en aquel preciso instante... me entró cierto miedo. No sabía cómo ni cuando había recibido o desarrollado aquella habilidad (a partir de ahora la llamaremos habilidad; ya pensaré con calma más adelante como denominarla), y tampoco sabía hasta qué punto no la habría perdido ya. No era impensable ¿No? Es decir: podía romperme la mano. Tal como la habilidad había venido podría de igual modo haberse ido.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Me lo pensé dos veces y dejé la puerta abierta.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Las siguientes semanas transcurrieron de manera extraña: por un lado tenía que plegarme al habitual discurrir tanto escolar como familiar (mi abuela era bastante estricta en según qué cosas), y por otro no dejaba de pensar en lo que había sucedido. En aquel tiempo no me atreví a tantear de nuevo mi habilidad y tampoco surgieron oportunidades concedidas por el azar para ponerlas a prueba. La duda me comía por dentro. ¿Hasta qué punto podía soportar los golpes? ¿Cuánto podría aguantar? ¿Qué intensidad de dolor sería suficiente para obligarme a gritar “basta”?<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Bien pensado, y visto desde el prisma de hoy en día (con casi veintinueve años), puedo conceder que la obsesión que comencé a sentir por aquel entonces a la hora de pretender experimentar con mi propio cuerpo los límites del dolor, sería la información perfecta para cualquier psicólogo de tres al cuarto que comenzaría a hablar de (como todos) traumas de la niñez relacionados con la accidental y temprana muerte de mis padres blablablá blablablá blablablá… Entiendo (no penséis mal) la labor que hacen, pero en realidad (y por experiencia propia lo confirmo) suelen errar en sus predicciones y conclusiones un ochenta por ciento de las veces; al menos conmigo. ¿Acaso no me encontraba en una situación, digamos, extrema? Estoy convencida de que no existe ningún libro que hable de la relación de la invulnerabilidad en el cuerpo humano con los estudios socio psicológicos del niño-adolescente.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Como dije, tardé casi tres meses en comenzar una nueva vía de conocimiento, ya que no me sentía lo suficientemente valiente como para tomar la decisión de intentar autolesionarme y ver qué pasaba. Comencé a buscar en la palabra escrita una posible (si no solución) sí explicación por difusa que esta fuese para lo que estaba acabando con mi salud mental.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Aquellos tres meses supusieron una realidad bien distinta a la por entonces habitual; dejé de verme tanto como lo hacía antes con Iris y mis demás amigas y amigos y dejé de interesarme por nada que no fuesen diccionarios, enciclopedias y libros… más bien extraños y sin ningún fundamento teórico (la verdad es que algunos eran casi esoterismo). Por supuesto Iris debió preocuparse y hablar finalmente con Dora sobre mi comportamiento ausente, porque cierto día mi abuela me dio una charla larga, pesada y repleta de preguntas y más preguntas relacionadas con mis proyectos de futuro, con el despertar del interés en el sexo opuesto, con los cambios que mi cuerpo había comenzado a experimentar, etc; también me habló del poder de la amistad y la confianza en la familia, “compartir es vivir”, me decía “y no sólo se debe compartir lo que se posee de manera material, sino el apoyo, ayuda, bondad… de eso todos tenemos y podemos compartirlo”. Tal como lo recuerdo fue en parte un aviso sobre mantener la amistad, pero sobre todo la charla estaba enfocada en el paso de niña a mujer; en los nuevos intereses de las chicas de mi edad; en los cambios fisiológicos que por seguro estaba apreciando.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Cambios por supuesto; del tipo que Dora pensaba, en absoluto. Y mi amistad con Iris, aunque no igual, era muy intensa.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Nunca me interesé por el sexo opuesto.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Pero la verdad es que tras el tiempo del miedo y frente a las intrascendentes victorias supuestas por la búsqueda de información, me dí cuenta de que debía ser yo misma la que abriese, de manera directa, la vía de experimentación con respecto al tema que tenía entre manos; lo vi clarísimo cierto día.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">El día que aquel coche me atropelló.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Habían pasado unos cuatro meses desde el accidente de la puerta, y esta vez no sentí nada de nada: ni el primer y contundente impacto del coche, ni los repetidos golpes contra el asfalto, ni el violento golpe que me detuvo contra el semáforo.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Ni el contacto de los sanitarios, ni el viento en la cara, ni las caricias de mi abuela…<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Nada.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Hoy en día se que una bala no puede perforar mi piel; que una caída de más de dos plantas no me rompe las piernas, que una de más de diez ni me rompe las piernas ni me mata. Que un golpe en la base del cráneo con un martillo no significa nada para mi; que un cuchillo no me corta; que un camión no me rompe todos los huesos; pero también se que una caricia no puede perturbar mi libido; que una noche de pasión no me dice nada, que una orgía ni me dice nada ni me supone placer. Que un beso en los labios no significa nada para mí; que el orgasmo sólo es una palabra más; que el ardor de la pasión no quema todo mi cuerpo.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Imaginad una aguja de calcetar bien afilada; con una punta tan afilada que no suponga esfuerzo alguno perforar una sandía; como si fuese mantequilla. Esa fue mi primera prueba. Recién cumplidos los catorce, y seis meses después de lo de la puerta.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">La aguja comenzó su lento recorrido hacia el envés del antebrazo de manera decidida; al primer contacto de la punta con la piel mi mano pareció perder algo de confianza, pero al poco me forcé a continuar. ¿Lo habéis probado? Qué tontería… claro que no: La piel empieza a deformarse y a ceder terreno frente a la presión de la aguja en una superficie tan pequeña. Cada vez, poco a poco, se le aplica más y más presión; y más; y más. Por supuesto el dolor no existe, pero la aguja tampoco entra atravesando la piel, y llegado un momento, por mucha presión a mayores que se le añada es imposible ganar terreno y así se queda. Ocurre lo mismo en todas las partes de mi cuerpo: mi piel es insensible e inexpugnable.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Pero una niña de catorce años no tiene, que digamos, demasiada fuerza, y yo necesitaba encontrar el modo de volver a sentir.<br />
<br />
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</div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1873476572560725536.post-4935465961176453122009-11-28T18:01:00.007+01:002009-12-20T17:35:00.717+01:00::CAPÍTULO 1 - PARTE 1::<div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
<br />
Me llamo Sara… y soy invulnerable.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Al ser humano siempre le ha gustado etiquetar todo lo que le es enseñado o se comprueba aparecido de repente y sin previo aviso en su rutinaria, segura y confiada cotidianeidad; ese intento de control de la sociedad, naturaleza, espacio… contexto en el que vive, al fin y al cabo, no es más que el reflejo del profundo miedo que siente ante lo desconocido. Quiero decir: considera que una vez que lo etiqueta y lo define pasa a ser conocido, y ante aquello que se conoce siempre se puede actuar o reaccionar de algún modo. Preferiblemente controlar, en resumidas cuentas.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">¿Cómo reaccionarían ante mí? Es decir, si supiesen que existo tal y como soy…<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Comencé a ser consciente de lo que me pasaba aproximadamente a los trece años de edad. ¿Habéis buscado alguna vez la palabra “Invulnerable” en el diccionario? Yo tardé sobre tres meses en hacerlo, y lo que me encontré, en su momento, fue lo siguiente:<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">“Dícese de aquel que no puede ser herido”<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">El término existía, por supuesto, y a pesar de que me extrañó en cierto modo el hecho de que algo pudiese “no ser herido” (nunca se me ocurrió ningún ejemplo mínimamente válido hasta conocerme a mí misma), lo que más me llamó la atención fue que la definición se considerase aplicable a la condición humana. En caso contrario me habría encontrado con una definición del corte “que no puede ser mellado” o “estropeado” o algo por el estilo, quiero pensar. Algunos de los sinónimos que tiene la palabra son: Inexpugnable, ileso, inmune, seguro, invencible, protegido, invicto, salvo, irreductible, fuerte, indiscutible, imbatible, inviolable… Todos ellos con acepciones en realidad bien distintas a las que he acabado por considerar que posee la palabra “Invulnerable”. Y en mi caso sé perfectamente de lo que hablo.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Todos esos sinónimos sólo aciertan a describir aspectos independientes de mi condición; son todos los que están, en cierto modo, pero… son todos ellos unidos (y muchos, muchos más) los que pueden comenzar a manifestar la plena consciencia de lo que siento y padezco.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Ahora tengo veintiocho años, y según las etiquetas de la sociedad soy mujer, licenciada en Bellas Artes, caucásica, castaña, alta, camarera, profesora de dibujo, ama de casa, huérfana, dibujante y amiga, entre otras; y me reservo algunas. Está claro que todas esas etiquetas, unidas, pueden llegar a conformar un tenue (muy sutil, ciertamente) fantasma ligeramente similar a lo que en realidad considero ser, y en cierto modo la misma sociedad que me adjudica tales aptitudes o cualidades o como quieras llamarlas es la que reacciona ante mí teniendo en cuenta precisamente ese conjunto de nociones que me ha concedido. Algunos de esos conceptos o clasificaciones son irrevocables (licenciada en Bellas Artes no deja mucho lugar a la duda), pero otros como “alta” son tenidos en cuenta con respecto a la media, imagino, y en todo caso son susceptibles de ser sometidos a examen; pueden depender de la comparación según el contexto en el que me encuentre.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Hoy en día una caucásica (digan lo que digan aunque depende de en qué lugares) sigue siendo tratada de distinta forma que otras; una camarera tiene un estatus que todo el mundo reconoce (da igual una camarera que otra; básicamente es una persona que sirve en una cafetería); las chicas altas imponen más que las bajas, las alumnas de Bellas Artes están algo locas y las huérfanas tienen multitud de traumas de la infancia así que trátalas con cariño y condescendencia.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Me meo en la condescendencia…<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Y esta es otra etiqueta que me auto-impongo y que la sociedad todavía no ha descubierto (creo): la de “mala persona”.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">De verdad: me levanto casi todos los días con unas irrefrenables ganas de mandarlo todo a la mierda, quemarlo, cambiar de lugar de residencia y empezar de nuevo. Pero sé por experiencia que no valdría de nada: se cometerían los mismos errores a pesar de que el deseo máximo fuese no volver a consumarlos. Así que me quedo en la ciudad, me levanto de la cama y me aseo, desayuno un café muy cargado sin azúcar (uno de los pocos recuerdos que guardo de mi madre) e intento ser cada día mejor persona; a lo peor es por algún tipo de trauma…<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Eso de estar hasta las narices nos pasa a muchos, aunque lo de quemar la casa es mas inhabitual. En mi caso fue por accidente.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Pero la etiqueta que (secretamente) ha definido mi historia es la de “Invulnerable”, pues, si me paro a pensarlo sólo un instante, ha sido tal capacidad… (no sé bien todavía como llamar a esta… habilidad) la que ha marcado mi evolución como persona mucho más que cualquier otra cosa que me haya sucedido en la vida; incluso más que la muerte de mis padres y mi hermano.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">No os llaméis a engaño casi antes de empezar: mis músculos son blandos, no de acero. No tengo una fuerza sobrehumana ni puedo volar ni lanzar rayos por el culo; estoy atlética (otra etiqueta que marca el desarrollo y la experiencia social con el resto de la gente) aunque últimamente sólo corro un par de kilómetros diarios además de acudir dos días a la semana al gimnasio, y, como digo, mis músculos no son más que eso: músculos recubiertos de piel. Se deforman si les aplico cierta presión, puedo entrenarlos para que aumenten de tamaño y puedo doblar mis miembros como cualquiera de vosotros… solo que no se rompen. Por otro lado, aunque os pueda parecer extraño dada mi condición, puedo cortarme el pelo, por ejemplo.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Después de años estudiando con pocas o ninguna guía y teorizando en ocasiones de manera algo absurda, he llegado a varias conclusiones que en todo caso no están probadas todavía; creo que incluso son menos que hipótesis. Una de ellas (que sin explicar la extraordinaria resistencia de mi cuerpo sí acota en cierto modo el campo de investigación) hace referencia a la ausencia de invulnerabilidad en las células muertas. A priori es lo único (que se me ha ocurrido) que podría justificar que pueda cortarme el pelo y las uñas. Además la capa córnea de mi epidermis está muerta, como la de todo el mundo.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Aún así no me he cortado el cabello en todos estos años; es como si… como si el hecho de poseer a mi lado una cierta parte de mi cuerpo que no es indestructible y que puedo “matar” cuando desee, me mantuviese los pies en la tierra y la cabeza donde tiene que estar. De hecho, no recuerdo la última vez que fui a una peluquería (aunque esté ahí, en algún lugar de la memoria) y ni siquiera el día que decidí no volver a cortarme el pelo. De todas formas conservo fotos que demuestran que con trece años tenía media melena que lograba recoger en una pequeña coleta soportada en la nuca con la ayuda de una goma de color rosa eléctrico. ¿Cuándo no quise cortarme el pelo?... A veces me paso días intentando traer de vuelta ese recuerdo…<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Seguramente estéis pensando “¿Cómo coño no va a recordar eso? Yo me acordaría de algo así; ¡La última vez que fui a la peluquería! ¡Cuando me juré a mí misma no volver jamás!”. Ya; pero es que en mi vida han sucedido cosas muchísimo más importantes; os lo aseguro.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Y si: tengo el pelo larguísimo.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Lo que sí recuerdo vivamente fue la primera vez que comencé a atisbar que algo no andaba del todo bien: en el patio del colegio nos juntábamos todos los alumnos de secundaria menos bachillerato, y en cierto modo era como una cárcel. No me entendáis mal: ni nos golpeaban ni nos soltaban a los perros ni nos encerraban bajo el sol en casetas de metal para que nos friésemos de calor. Simplemente había pesados balones de cuero que podían golpearte en cualquier momento y lugar, niños que podían arrollarte mientras corrían y se perseguían frenéticos jugando a algún tipo de juego que todavía hoy no acierto a comprender, niñas con gomas que se soltaban accidentalmente de sus manos cada dos por tres y que a saber a quien atizaban y sobre todo obras continuas de remodelación de la estructura del colegio que podían provocar más de un accidente. No entiendo cómo no había más de los que había.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Pero cierto día como tantos otros las fuertes corrientes de aire cerraron de golpe la pesada puerta principal de acceso al patio, y mi mano, en aquel momento, descansaba tranquila y confiada en el vano de la puerta como tan tranquila estaba hablando seguramente con mi amiga Iris. ¿Podéis imaginar el dolor? ¿Los gritos de sufrimiento? ¿Podéis imaginar el sonido de las falanges destrozadas tras el violentísimo impacto? ¿La hinchazón inmediata y de colores cambiantes que llegan a transformar la mano en algo que vagamente y sólo vagamente puede llegar a recordar a lo que en un tiempo fue una mano? ¿Podéis? ¡¿Podéis?!<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">…<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Yo no pude. No sentí prácticamente nada.<br />
<br />
<br />
</div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1873476572560725536.post-11558625654312615942009-11-12T02:00:00.006+01:002009-12-18T11:40:29.619+01:00Bienvenidos<div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
<br />
Saludos a todos y bienvenidos. En este lugar que habéis encontrado iré publicando de manera periódica los capítulos de esta nueva novela. Aparecerán de manera más pausada que la anterior (<i>Confederación</i>, de temática completamente distinta) y espero que tenga la misma acogida.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Se trata de una historia que lleva años rondándome por la cabeza (de momento estoy comparando los escritos que se hayan realizado sobre el tema hasta hoy, además de seguir inmerso en el desarrollo de la narración) y que por fín he decidido plasmar; como sea.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Los humanos tenemos cierto grado de "capacidad de regeneración", palabras que en su mayoría son utilizadas en su máxima expresión en historias con un cierto tinte de ciencia ficción. Del mismo modo, varios conceptos similares son material casi exclusivo de creadores (de cualquier ámbito) que no acaban de plantearse ya no las razones (aspecto reservado sin duda para las teorías de los genetistas) sino las repercusiones de tales "habilidades" en la vida de cualquiera de nosotros; la trascendencia, al cabo, de una persona "normal" con una vida "normal" y en una sociedad "normal" que se ve transportada de repente a un mundo en el que nada puede herirla.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">¿Qué implicaría todo ello? Os pido que os pongáis en la piel del protagonista de esta novela; imaginad por un momento que sois invulnerables; que nada ni nadie puede dañaros. ¿Pondríais a prueba vuestra nueva capacidad? ¿Cada vez más? ¿Qué tipo de crueldades por seguro se os ocurrirían si supieseis que nada puede dañaros? ¿Ahondaríais en el enorme poder moral o amoral que ello supone? ¿En la responsabilidad que acarrearíais desde tal momento? ¿Lo haríais público? ¿Os dejaríais llevar por la luz o por la oscuridad?<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Seguro que más de uno se pondría una máscara y saldría en cuanto el sol desapareciese para repartir algo de justicia (su justicia, por supuesto), pero también se que más de uno se encerraría en su casa para intentar pensar con claridad: ¿Qué supone la invulnerabilidad?<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;">Las preguntas, como digo, de "¿Por qué yo?" o "¿Cómo es posible?" posiblemente habría que dejarlas de lado (al menos en principio), pero miles de cuestiones y dudas nos asaltarían día tras día. Y de esto, precisamente, versa esta novela: de dudas y preguntas.<br />
</div><div style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif; text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;">Espero que os guste.</span><br />
<br />
<br />
<div style="text-align: center;"><span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;">ÍNDICE DE CAPÍTULOS:</span><br />
</div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;"> <br />
</span><br />
</div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;">Capítulo 1 - "Vitam alicuius scribo"<br />
</span><br />
</div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: Arial,Helvetica,sans-serif;">Capítulo 2 - "Ab imo pectore"<br />
</span><br />
</div></div>Unknownnoreply@blogger.com0